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Bien valdría la pena que uno de los numerosos grupos de investigación de las universidades de la región realizara un trabajo semejante que contribuyera al conocimiento y factores que tienen o han de tener inocultables efectos en la región.

En el Tolima se ha generado natural expectativa por el impacto que la minería industrial pueda tener por la explotación de los yacimientos auríferos de La Colosa. Está muy bien que así sea, que los tolimenses se enteren de los efectos que tan gigantesca operación habría de tener, que se estructuren y califiquen los organismos de control y protección del medio ambiente que deben lidiar con este y otros proyectos y que el Estado cuente con los expertos necesarios para hacer una adecuada supervisión no solo en tiempo de la exploración sino, especialmente, si los proyectos se traducen en explotación. Cuanto no se habría beneficiado la región de haberse procedido con igual recelo y prevención cuando se estableció la agricultura industrializada y se aplicaron los sistemas de cultivo intensivos en la utilización de agroquímicos que han infestado cañadas y riachuelos con elementos ni biodegradables ni asimilables y que, como se sabe, han producido desde mutaciones genéticas y degradación de los suelos hasta dañinos efectos en la salud de quienes han tenido contacto con los productos. Sin que ni en la academia ni los organismos gremiales o estatales se hayan producido pronunciamientos ni rechazos, con excepción de las voces de siempre. De la misma manera resulta inexplicable que la explotación ilegal de la minería, especialmente las oprobiosas ejecutorias de Ataco se hayan efectuado con la laxitud de las autoridades ambientales, administrativas, militares y de policía de la región, al punto de que cuando el escándalo nacional sacó a la luz las explotaciones ilegales, había establecidas allí 70 retroexcavadoras con sus equipos complementarios y sus químicos envenenando el río. Respecto de esta última circunstancia bien valdría la pena que en la región se replicaran trabajos como el realizado por Jorge Giraldo Ramírez y Juan Carlos Muñoz Mora, editado por la Universidad Eafit y Proantioquia, titulado Informalidad e Ilegalidad en la explotación del oro y la minería en Antioquia. El análisis muestra que Antioquia produce el 35.3 por ciento del oro en Colombia solo superado por Chocó que produce el 46 por ciento. Señala que si bien el 29 por ciento de las explotaciones mineras del país son ilegales en Antioquia ese índice es del 46 por ciento. Recuerda que la Organización Internacional del Trabajo OIT encontró que la minería emplea el .4 por ciento de la fuerza laboral mundial, en tanto causa más del tres por ciento de los accidentes fatales de trabajo. Con relación a las costosas y dañinas -en esta explotación- retroexcavadoras señala que el 20 por ciento de ellas están ubicadas en Antioquia y el 91 por ciento del mercurio se emplea en las explotaciones mineras de ese departamento, con las nefastas consecuencias de su utilización en ríos y quebradas para la salud de los habitantes de las zonas regadas por esas corrientes. El trabajo también establece que mientras en los municipios mineros existe el 39.36 por ciento de las necesidades básicas insatisfechas en los municipios no mineros ese índice es de 36.39 por ciento. Bien valdría la pena que uno de los numerosos grupos de investigación de las universidades de la región realizara un trabajo semejante que contribuyera al conocimiento y factores que tienen o han de tener inocultables efectos en la región.    

EL NUEVO DÍA

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