¿Qué pasa?

Con los relevos en la CSJ todos estos procesos se han paralizado, luego de la liquidación la DNE se atomizó entre cuatro entidades del Estado; nadie da razón de los bienes, su situación o estado y sobre los turbios manejos se ha posado una nauseabunda niebla con elementos de cruce de favores, intereses oscuros, corrupción superlativa e impunidad.

Hace apenas un año se calificaba como inminente la apertura de investigación en la Corte Suprema de Justicia contra un grupo de 14 congresistas - casi todos conservadores, con la excepción de Javier Cáceres y Rufino Córdoba- por los irregulares manejos dados a los recursos a cargo de la Dirección Nacional de Estupefacientes DNE en las poco afortunadas gestiones de Alfonso Plazas Vega, Carlos Albornoz y Omar Figueroa que condujeron a la liquidación de la entidad por parte del gobierno de Juan Manuel santos. En efecto, la DNE se había convertido en una especie de piñata en la que entraban a saco los congresistas afectos al gobierno de Álvaro Uribe, así como familiares y validos de los legisladores y directores, apropiándose de los dineros, las propiedades, los ganados y los elementos incautados a los narcotraficantes y que, en teoría, habrían de servir para resarcir a los miles de víctimas de los criminales.

Por esa época la Corte Suprema de Justicia, el tribunal a cargo de juzgar a los aforados, se enfrentaba a una radical recomposición por razón del vencimiento de los períodos constitucionales o el haber llegado a la edad límite algunos de los magistrados. Pues bien, y como lo reafirma María Jimena Duzán en su columna de Semana, en la Corte se encontraban listos los proyectos para abrir investigación contra los conservadores Miriam Paredes, la gran electora de Nariño con estrecha cercanía con el exdirector Carlos Albornoz, y Luis Humberto Gómez Gallo, ya condenado por sus nexos con narcotraficantes y paramilitares; a la pareja se añadía Rufino Acosta, miembro de equipo del omnipresente Mario Uribe. Con los relevos en la CSJ todos estos procesos se han paralizado, luego de la liquidación la DNE se atomizó entre cuatro entidades del Estado; nadie da razón de los bienes, su situación o estado y sobre los turbios manejos se ha posado una nauseabunda niebla con elementos de cruce de favores, intereses oscuros, corrupción superlativa e impunidad. El país reclama por la claridad absoluta en tan censurables y cuantiosos asuntos.

EL NUEVO DÍA

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