Concesiones sin análisis

En Antioquia, por ejemplo, en los reclamos cafeteros se veían camionetas de alta gama, blindadas y con vidrios polarizados (no propiamente utensilios de los cultivadores); las pancartas no eran de confección casera sino manufacturadas con costosos materiales y textos y consignas salidos de agencias de publicidad y no propiamente del magín del campesino.

En la medida en que se acerca la fecha de las elecciones presidenciales se agudizan las protestas de todo tipo que en buena medida se solucionan con cargo al presupuesto. Esta es una de las muchas, y una de las más importantes, críticas a la figura de la reelección.

En efecto, gremios, regiones, sindicatos, sectores políticos y grupos de presión en general han detectado, con la práctica, que crear turbiones y protestas de distinta índole (que ante los efectos que puedan tener en las decisiones de voto) se saldan, muchas veces apresuradamente, con promesas populistas o compromisos económicos insostenibles.

Así ocurrió el año pasado cuando el país fue testigo de insólitas alianzas en las marchas y protestas públicas. En Antioquia, por ejemplo, en los reclamos cafeteros se veían camionetas de alta gama, blindadas y con vidrios polarizados (no propiamente utensilios de los cultivadores); las pancartas no eran de confección casera sino manufacturadas con costosos materiales y textos y consignas salidos de agencias de publicidad y no propiamente del magín del campesino.

Al lado y en otras regiones se movilizaban los pequeños caficultores que encontraban ruinosa su actividad a los precios internacionales de la rubiácea y la tasa de cambio del dólar.

Algo similar aconteció en algunos municipios del Huila y el norte del Cauca. Tras vacilaciones y torpezas el gobierno se transó por un subsidio de enorme impacto en las finanzas estatales. De impacto menor pero también considerable fue el arreglo con los cultivadores de papa y, en general, con los productores agropecuarios.

Los hechos se repiten ahora por ser vísperas de elecciones, ya que se acaba de firmar apresuradamente una serie de beneficios para los cultivadores de arroz cuyo efecto todavía nadie ha calculado.

¿Qué habrá que esperar en el mes largo que resta para elecciones?

La gran pregunta que queda flotando en el ambiente es si no va a quedar actividad económica alguna que pueda competir con los productores extranjeros de no mediar subsidios y exenciones. Flores, lácteos, etanol, arroz, café, biocombustibles, confecciones; petróleo, carbón y níquel (o si no de que tratan las absurdas prerrogativas fiscales cobijadas por lo que algunos llaman “la confianza inversionista”) y así un largo etcétera.

¿Hasta dónde dará la cauchera del presupuesto y la capacidad financiera del gobierno? ¿ Cuáles sectores tendrán que sacrificarse para proveer los recursos negociados?

REDACCIÓN EDITORIAL

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