Y sin embargo, se mueve

Como todo parece argumentado por un Tribunal de la Santa Inquisición, en apoyo del estropicio aparece un erudito funcionario de la Superintendencia que amenaza con usar la fuerza de la Policía para enmendar la incuria de los funcionarios sin parar mientes en las consecuencias de tal atolondramiento.

Se atribuye a Galileo la lapidaria frase que sirve de título a esta nota, que, según la tradición, fue pronunciada tras un juicio de la Santa Inquisición que condenó la visión heliocéntrica de Galilei( que no era suya sino de Copérnico y además científica) y que iba en contravía de las expresadas por Ptolomeo, Aristóteles y la misma Biblia (recordar el episodio en el que Josué detuvo el Sol y la Luna en su supuesta ruta celeste).

Pues bien, aquí en Ibagué y por cuenta de menos sapientes contradictores, entre los que se cuentan los iluminados del Ibal y el docto delegado de la Superintendencia de Servicios Públicos, se trata de tornar en equivocadas las leyes de la aritmética, y la física -particularmente la hidráulica- a más de lo que dicta el conocimiento de la zona, la infraestructura con la que se cuenta y el conocer quiénes habitan las escarpadas regiones desde donde se pretende traer el agua que ha de aliviar el embrollo en el que han metido a la ciudad por cuenta de la estulticia, la falta de idoneidad, la terquedad y la soberbia.

La cosa resultaría clara para quien hubiera transitado (sin mucha perturbación) por los bancos de primaria, hubiera terminado el bachillerato, asistido con cierta frecuencia a las clases de la universidad y tuviera mediano conocimiento de la zona rural al Sur de Ibagué.

El lector habrá entendido que el asunto tiene que ver con el galimatías creado alrededor del suministro de agua a las mil 100 viviendas gratuitas que se construyen en El Tejar.

Con no poco uso de burdas trapisondas se asaltó en su buena fe al representante legal de Acuaboquerón para comprometerlo a suministrar el agua para el proyecto, con plena consciencia de que el agua era insuficiente para los actuales usuarios y, más, si se doblaba la población atendida.

Veamos lo que dice la aritmética: se requiere de 42 litros y las plantas existentes pueden potabilizar apenas 30, de los cuales por deficiencias de la red y de la administración se pierde el 60 por ciento. Lo que arroja un saldo de 12 litros utilizables para los que no se cuenta con sitio de almacenamiento. El diseño elaborado muestra que el agua tratada irá directamente a los apartamentos de El Tejar y quedarán los dueños del acueducto, quienes lo construyeron a punta de bazares y trabajo, sin una gota de agua (manes de la hidráulica). La solución craneada por los genios consiste en traer agua situada a 22 kilómetros (a lo que se oponen los actuales usuarios de esos caudales; basta haber pasado siquiera una vez por esas breñas para saber quiénes transitan por allí).

Como todo parece argumentado por un Tribunal de la Santa Inquisición, en apoyo del estropicio aparece un erudito funcionario de la Superintendencia que amenaza con usar la fuerza de la Policía para enmendar la incuria de los funcionarios sin parar mientes en las consecuencias de tal atolondramiento.

¿Quién sabe qué otra genialidad podrá salir del magín de tal conjunción de sensatas mentes?

Adenda: Recordar lo que le ocurrió a otro exgerente del Ibal por cuenta de firmar lo que no le correspondía.

REDACCIÓN EDITORIAL

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