El poderoso vicepresidente, Germán Vargas Lleras, que ha concentrado el manejo de las más importantes chequeras del Gobierno nacional, ha desplegado desde su posesión una actividad que con solo describirla fatiga a espíritus menos esforzados.
Se ve que su carrera hacia la presidencia va en serio y que la forma de fortalecerla consiste en convertir en realidad muchas promesas y múltiples proyectos que estaban estancados, por la negligencia e indolencia de burócratas adormilados, interventores paralizados o avivatos contratistas acostumbrados a hacer fiestas con los recursos del erario.
El vicepresidente no es muy dado a hacer buches y se le conoce por llamar las cosas por su nombre (que lo diga el alcalde de Ibagué) y no esquiva combate cuando supone tener la razón.
Así desde el 7 de agosto ha ido por las regiones firmando contratos, aupando contratistas, amenazando burócratas y promoviendo la inversión pública. Para Antioquia más de 15 billones en carreteras, para los aeropuertos de Santa Marta, Barranquilla, Neiva, Popayán y Armenia; para la navegación del río Magdalena, para agua potable y saneamiento básico, para transporte masivo y, por supuesto, para vivienda.
Lamentablemente al Tolima solo le toca de refilón con la vía Girardot- Cambao, o la amenaza de caducidad en el Túnel de La Línea. Ya que ni se adjudica el tramo Ibagué-Cajamarca, la variante de Melgar lleva meses cerrada (apenas funcionó unas semanas), el Tolima no quedó incluido en los planes de rehabilitación del río Magdalena y en cuanto a aeropuertos se anuncian 145 millardos para Armenia (a media hora de Cartago, Pereira o Manizales donde llevan esterilizados medio billón de pesos) mientras para Perales anuncian 35 millardos y para el Santiago Vila ni un peso.
Ni modo de invitarlo a inaugurar los apartamentos de El Tejar, el Acueducto Complementario, o el transporte público, ya que de eso nada. Pero si le mete la mano a la doble calzada Bogotá-Girardot, al tramo Ibagué- Cajamarca, al que solo le resta la bendición y si a los aeropuertos tolimenses los mira siquiera con la mitad del cariño con los que trata los de la zona cafetera todos quedaríamos muy contentos.
A lo mejor nos poníamos a terminar el Panóptico, a arreglar el lío del Federico Lleras y a pararle bolas a los Juegos Nacionales.
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