Vulcanólogos y epidemiólogos

Si hasta hubo quien lo atribuyera como un castigo divino por cuenta de una muerte ocurrida siete lustros atrás y otro que calculó el exacto número de víctimas con base en una cábala derivada del análisis geométrico de la pirámide de Keops.

Periódicamente se presentan sucesos que atraen la atención colectiva y simultáneamente propician la aparición de espontáneos que intempestivamente se convierten en expertos en los temas y portadores de irrefutables verdades sobre los mismos, a la vez que salen al escenario ciertos medradores y abusadores dispuestos a obtener réditos y beneficios personales de todo orden con la manipulación de los acontecimientos.

Cuando ocurrió la catástrofe de Armero fueron legiones de sapientes vulcanólogos, geólogos express, y arúspices de nuevo cuño que intuían toda suerte de males, que señalaban los orígenes de lo ocurrido y daban indicaciones de lo que habría de pasar por cuenta del fenómeno.

Si hasta hubo quien lo atribuyera como un castigo divino por cuenta de una muerte ocurrida siete lustros atrás y otro que calculó el exacto número de víctimas con base en una cábala derivada del análisis geométrico de la pirámide de Keops.

Igual sensación se experimenta ahora con las extrañas circunstancias que se viven en la comunidad de Carmen de Bolívar en la que numerosas niñas aparecen afectadas con síntomas similares que limitan su locomoción, les producen mareos y desmayos y les inducen extraños dolores.

Muy pronto y sin ningún sustento científico se señaló el origen de las dolencias en la inoculación de las vacunas contra el virus del papiloma humano y por doquier surgieron quienes se sumaron a la condena de esta herramienta de prevención de un virus que produce millones de muertes alrededor del globo.

De nada ha servido que para rebatir la especie se haya pronunciado la comunidad científica dentro y fuera del país, se haya revelado que la vacuna se aplica en decenas de países y a millones de personas y que en su respaldo se escuchen declaraciones de la Organización Mundial de la Salud OMS y la Organización Panamericana de la Salud OPS. Pues no han faltado quienes sin ninguna base sólida han puesto a circular suposiciones que van desde el descuido en la cadena de frío de las vacunas, pasando por indolencia de los funcionarios de salud, hasta los que ven una conjura internacional con protervos fines que todavía no se identifican.

Por cierto, en ese océano de lucubraciones han contribuido quienes quieren causar daño al gobierno a cualquier precio, como los dos políticos costeños que aparecieron en el municipio afectado a organizar manifestaciones contra los funcionarios y científicos que trataban de discernir las causas de la emergencia.

Así ha seguido hasta comienzos de la presente semana en la que el connotado epidemiólogo que conduce la Procuraduría fue a prometer y a opinar sobre lo que desconoce y a crear falsas expectativas sobre un delicado tema que ya está en manos de científicos de la más alta capacidad y el mayor prestigio. Hay gente que no tiene reatos de conciencia.

REDACCIÓN EDITORIAL

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