De parámetros profesionales y contratación pública

La coletilla a lo anterior solo provoca desesperanza, pues lo acontecido en todos estos años en Ibagué solo es un reflejo de lo que ocurre con la contratación de obras públicas en el país, al punto de que dicen que ya hay quienes tienen que dibujar en el suelo para que no se les caigan los planos y se les desplome un andén. Pensar que en el Ecuador sí han podido.

De acuerdo con un informe fotográfico publicado en este rotativo la pista de patinaje con tabla o skate park, que llaman los viajados, que fuera inaugurada hace apenas dos meses ya muestra señales de deterioro, a más de presentar inaceptable situación de desaseo provocada por sus usuarios.

Se ignoran los antecedentes de quienes fueron encomendados para realizar los trabajos de adecuación, pero si se guía el contribuyente por las ejecutorias de los que han trabajado en el Panóptico (en sus incontables contrataciones), en la adoquinada de la calle 10 (donde hubo de recurrirse a varios ingenieros para poder concluirla), al puente del Sena (que en su construcción inicial no contaba con el gálibo establecido y ni iba ni venía ni se necesitaba), al adefesio de la peatonalización de la carrera Tercera (fina atención de Jorge Tulio), la construcción del ascensor de la Alcaldía, el acueducto complementario, la pavimentación de las calles de la capital del Tolima, los accesos al puente del Chipalo en la salida norte de Ibagué, la reparación del velódromo, las múltiples modernizaciones del inconcluso estadio y toda una miríada de defectuosas, imperfectas y palurdas ejecutorias que a más de ser un atentado contra el erario y la comodidad de los ibaguereños son una ofensa y una burla para con el contribuyente, nada raro tiene que sigan la misma infame tradición.

Por cierto, los mencionados desastres se constituyen en una vergüenza para las profesiones de los involucrados, un estigma para quienes los contrataron, una prueba fehaciente de la inoperancia de los organismos de control y una señal de la obsolescencia de ciertos organismos gremiales.

Ante tan abismal desempeño y tan continuados latrocinios hace carrera un burdo relato que cuenta que quien efectuó las reparaciones en el deteriorado trayecto vial paralelo al centro comercial La Estación, en la Avenida Ambalá, que fueron realizadas en pocos días y se mantienen incólumes meses después de su puesta en servicio, habían sido censurados por un organismo gremial pues daban mala fama a la profesión pues todos los ciudadanos irían a pensar que las obras podrían realizarse entre los plazos acordados y con las calidades contempladas en los contratos.

La coletilla a lo anterior solo provoca desesperanza, pues lo acontecido en todos estos años en Ibagué solo es un reflejo de lo que ocurre con la contratación de obras públicas en el país, al punto de que dicen que ya hay quienes tienen que dibujar en el suelo para que no se les caigan los planos y se les desplome un andén. Pensar que en el Ecuador sí han podido.

REDACCIÓN EDITORIAL

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