Más del ébola

Lo que no resulta tan optimista son las declaraciones de algunos funcionarios de salud de Colombia que califican como remota la aparición de la enfermedad en el país.

Cada día llegan más noticias sobre la epidemia de ébola que afecta a algunos países del África Occidental y que amenaza extenderse al mundo de no mediar protocolos estrictos y cuidados concretos.

Son más de 10 mil las personas contagiadas y superan las cuatro mil los que han muerto por la enfermedad para la cual no existe vacuna ni cura probada.

Los anuncios tienen visos de optimismo y a la vez generan angustia. Para principios de 2015 se espera que estén disponibles las primeras vacunas y algunas personas se han liberado del virus mediante transfusiones de sangre de quienes han superado la crisis y con la aplicación de tratamientos dispendiosos originados en productos del tabaco.

A la par se supo que la nación más grande de África había sido declarada libre de ébola tras la aparición de unos pocos casos en su territorio, pero si Nigeria da buenas nuevas, se conoce que en Malí murió la primera contagiada, una pequeña de dos años de nacida.

La epidemia da para todo: para mostrar la vulnerabilidad de las fronteras, los sitios de acceso a los países y el descuido de las autoridades de salud. A la par para mostrar signos de ignorancia que provocan estupor. Es así como a personal de salud que ha estado en contacto con los enfermos y que muestra signos de contagio no se le somete a cuarentena y se le permite deambular por sitios públicos repletos de gente, en tanto, a una maestra que anduvo en Suráfrica a más de seis mil kilómetros del foco de la epidemia se le somete a cuarentena en el colegio donde enseña.

Cuba da ejemplo de solidaridad y envía a casi 500 médicos y enfermeras a contribuir en el control de la enfermedad y el tratamiento a los contagiados y Estado Unidos manda tres mil soldados para contribuir en la solución de la pesadilla logística que genera la crisis. Y en medio del pánico los dos países encuentran fórmulas para coordinar esfuerzos y hacer más eficiente su labor.

Lo que no resulta tan optimista son las declaraciones de algunos funcionarios de salud de Colombia que califican como remota la aparición de la enfermedad en el país. Con una frontera extensa y porosa y con la movilidad que proporcionan los sistemas de transporte solo basta imaginarse lo que puede ocurrir con los muy numerosos y crecientes grupos de migrantes ilegales que cruzan el territorio colombianos o lo que puede significar la llegada de un crucero con miles de pasajeros a Cartagena o San Andrés.

Lo dicho, el optimismo en estas delicadas materias es terreno de ilusos o mentirosos y la única opción fiable consiste en extremar las medidas de precaución.

REDACCIÓN EDITORIAL

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