Las cambiantes situaciones en la frontera

El último episodio pasó a mayores, ya que cuando los periodistas colombianos fueron a cubrir el último incidente fueron agredidos por la policía venezolana y sus equipos de trabajo confiscados o rotos, como si las prácticas abusivas de la tropa y la policía venezolanas contra sus compatriotas periodistas pudieran repetirlas contra los periodistas colombianos.

La vecindad con Venezuela ha sido fuente de conflictos desde épocas inmemoriales y, a través de los años, se ha agudizado la sensibilidad por cuenta de la masiva migración de colombianos que ha llevado a que se hayan radicado en el vecino país más de cuatro millones de nacionales.

Los vaivenes políticos y económicos han dado origen a otros roces más recientes. En época de Chávez, cuando el Gobierno colombiano bombardeó el campamento de Raúl Reyes en Ecuador, el jefe de estado venezolano montó en cólera y en acalorada sesión retó al Gobierno colombiano y ordenó a sus robustos generales a enviar tanques y tropas a la frontera y a alistar sus aviones de combate. La falta de agilidad de los altos oficiales y graves problemas de movilización y abastecimiento de la máquina de guerra solo provocaron sarcásticas sonrisas en los testigos del incidente.

Vale recordar que por la época los militares colombianos propusieron autorizar la “persecución en caliente” para hacer frente a los grupos armados ilegales que delinquían en la frontera, iniciativa que fue negada rápidamente por los venezolanos, avivando así las críticas y los señalamientos que indicaban que los guerrilleros gozaban de santuario en territorio venezolano.

La crisis económica que se fue incubando por las medidas populistas y demagógicas de Chávez y Maduro finalmente están causando enorme impacto en la sociedad venezolana que, ante la caída de los precios del petróleo, carece de recursos para atender sus necesidades de importaciones y el pago de las deudas que irresponsablemente fue acumulando.

Como la base productiva fue desmantelada y prácticamente la totalidad de los elementos de la canasta familiar es importada se ha producido un desabastecimiento de productos esenciales que, aunado a los precios subsidiados que establece el gobierno y provocan un flujo incontenible de artículos hacia Colombia, ha obligado a Maduro a establecer racionamientos y cartillas y a combatir el transporte de alimentos y combustibles a la frontera.

Las nuevas condiciones determinan nuevas realidades: las prostitutas que laboran en Cúcuta y municipios aledaños son ahora venezolanas y la “persecución en caliente” es ahora realizada por la Guardia Venezolana que en seguimiento de los comerciantes y contrabandistas entra en territorio colombiano, destruye puentes e infraestructura, tumba ranchos y golpea a los ciudadanos colombianos.

La reacción ha sido tibia, por no decir fría, de parte del Gobierno colombiano, en tanto la repulsa popular se agudiza con los abusos al punto de que se ha tenido que proteger a los uniformados venezolanos para que no sean agredidos por la multitud.

El último episodio pasó a mayores, ya que cuando los periodistas colombianos fueron a cubrir el último incidente fueron agredidos por la policía venezolana y sus equipos de trabajo confiscados o rotos, como si las prácticas abusivas de la tropa y la policía venezolanas contra sus compatriotas periodistas pudieran repetirlas contra los periodistas colombianos. La situación ha pasado de castaño oscuro y el Gobierno colombiano tiene la obligación de reclamar y demandar sanciones contra los abusadores, antes de que se llegue a un punto de no retorno y a una situación inmanejable.

REDACCIÓN EDITORIAL

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