¿Hasta cuándo?

Por supuesto, el gerente del IBAL, que ha demostrado fehacientemente tener enormes conflictos con la verdad, ha dicho que la culpa es del INPEC por usar más agua de la que le ha sido asignada y por no haber construido unos tanques por los que se había comprometido. Nada dice de la inhumana condición en la que se debaten las personas afectadas ni si le importa.

Nadie le podrá arrebatar el título a Ibagué de ser la ciudad con los más limpios tanques de almacenamiento de agua. Las noticias dan cuenta que, con una frecuencia superlativa, los funcionarios del IBAL suspenden el suministro de agua a grandes sectores de la ciudad con el pretexto de estar aseando los tanques.

Esa extrema pulcritud no significa, lamentablemente, que el servicio fundamental a cargo del ente municipal, cual es brindar de manera confiable y permanente agua a viviendas y empresas tenga cabal cumplimiento.

Las protestas y reclamos se multiplican. Desde la cárcel de Picaleña los administradores claman por el líquido ya que, según sus palabras, desde el miércoles 18 de febrero los cinco mil 500 reclusos, sus guardianes, los funcionarios y los visitantes carecen de agua.

No cabe sino imaginarse que a las precarias condiciones de hacinamiento de algunos patios del penal se sume la falta de agua por una semana. Por supuesto, el gerente del IBAL, que ha demostrado fehacientemente tener enormes conflictos con la verdad, ha dicho que la culpa es del INPEC por usar más agua de la que le ha sido asignada y por no haber construido unos tanques por los que se había comprometido. Nada dice de la inhumana condición en la que se debaten las personas afectadas ni si le importa.

Mas con la intención de averiguar por la oportunidad, confiabilidad y calidad del servicio se indagó personalmente a personas que habitan en diversos sectores de la ciudad, con resultados deprimentes: en el conjunto Camino del Vergel, en una residencia que cuenta con tanques de almacenamiento, las personas para ducharse deben hacerlo pegadas a la pared del baño.

En Irazú, una urbanización situada en la parte alta de Belén, manifestaron que el agua llega de manera intermitente, un día sí y el siguiente desaparece. En la calle 18 con carrera Séptima, en un edificio de cinco pisos el agua solo llega al primero.

Para no enfatizar en el caso de los apartamentos de El Tejar, en el sur de la ciudad, para los que se prometió agua en mayo del año pasado y nueve meses después no hay rastros del líquido ni los inmuebles se han entregado.

Del Acueducto Complementario no hay avance conocido, distinto de la voluntad de entregar más dinero a los contratistas incumplidos y el dinero prometido por el Gobierno nacional sigue sin tener el uso requerido ante la inactividad de los funcionarios ibaguereños. Y el Gerente ahí.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios