Editorial: Antes de que se desborde

Basta escudriñar las páginas judiciales y los informes sobre orden público de los diferentes medios, para confirmar el regreso de los hechos violentos por modalidades de las que no se tenía noticia por estos lares: disputas territoriales, ajustes de cuentas entre traficantes, sicariato...

Tras la horrenda Violencia partidista que azotó al país a mediados del siglo pasado y que tuvo en el Tolima la más perversa y acabada expresión, el departamento y su capital se empeñaron en un arduo proceso en el que participaron diversos sectores de la sociedad y que tuvo como resultado el retorno de la paz, al punto de que los índices de muertes violentas en Ibagué, por varios lustros, se derivaron de accidentes de tránsito y no precisamente de homicidios.

Mientras en otras regiones diversos factores se confabularon en exacerbar la aparición de crímenes, la capital del Tolima se convirtió por unos años en un remanso de paz que fue uno de sus principales atractivos.

Factores como la aparición de narcotraficantes provenientes del Valle que promovieron el cultivo de la amapola y el tránsito de cocaína y basuco por el territorio, unido a la presencia de paramilitares y la inveterada presencia de la guerrilla de las Farc al sur y el ELN al norte, a lo que se debe añadir la nociva influencia de la Zona de Distensión en un departamento vecino como el Tolima volvieron a alterar la paz, tan difícilmente conseguida.

Basta escudriñar las páginas judiciales y los informes sobre orden público de los diferentes medios, para confirmar el regreso de los hechos violentos por modalidades de las que no se tenía noticia por estos lares: disputas territoriales, ajustes de cuentas entre traficantes, sicariato...

De hecho el Observatorio Nacional de Salud ONS publica en la presente semana un estudio sobre la violencia homicida en el país y, lamentablemente, Ibagué vuelve a aparecer en la penosa lista. Algunos dirán que el puesto 23 entre las ciudades más violentas con el 0.6 por ciento de los homicidios no es una situación desesperada, al lado de Medellín (9.6), Cali (9) y Bogotá (7.9), pero sí obliga a establecer inmediatos correctivos y fortalecer compromisos de las autoridades y la comunidad, ya que en los 14 años contemplados en el estudio de la ONS (1998-2012) Ibagué participó con mil 988 homicidios y de seguir la tendencia reciente se podría estar llegando a una situación de fuera de control, como ha ocurrido en las urbes que sobrepasan a la capital del Tolima en tan poco atractivo escalafón.

REDACCIÓN EDITORIAL

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