Editorial: ¿El final del camino o el primer paso?

Es preciso recordar que si bien las Farc han sufrido una doble derrota en el campo político y el campo estratégico (gracias a la tecnología y la desventaja en el tema aéreo), estas derrotas no son definitivas (al menos hasta ahora) y lo que hay en La Habana son conversaciones en procura de un acuerdo

Los últimos acontecimientos relativos a las conversaciones de paz obligan a expresar reflexiones que contribuyan a enriquecer la discusión pues, en ocasiones, son soslayadas en algunos medios por cuenta de despliegues mediáticos de los protagonistas del debate.

La muerte de 26 guerrilleros en Guapi tras un ataque coordinado de las diferentes fuerzas ha provocado la reacción de las Farc en el sentido de abandonar el cese unilateral del fuego, como había ocurrido con la decisión del Gobierno de volver a usar los bombardeos ante el ataque de la guerrilla que se saldó con la muerte de 11 soldados, también en el Cauca. En total 37 jóvenes colombianos que no habrían debido perder sus vidas si las conversaciones hubieran concluido con un acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc. Es preciso recordar que si bien las Farc han sufrido una doble derrota en el campo político y el campo estratégico (gracias a la tecnología y la desventaja en el tema aéreo), estas derrotas no son definitivas (al menos hasta ahora) y lo que hay en La Habana son conversaciones en procura de un acuerdo, ya que como bien lo definía Raymond Aron “los guerrilleros ganan la guerra cuando no la pierden, y quienes luchan contra ellos la pierden si no la ganan”. Por lo que a pesar de la asimetría de las posiciones a lo que se ha de llegar en el mencionado acuerdo es a la firma de la paz (que ojalá ocurra pronto para ahorrar sangre, dolor y muertos), aunque los partidarios de la tierra arrasada se opongan con todas las armas posibles, nobles o innobles.

Sabiendo de antemano que la firma del acuerdo es apenas el primer paso hacia la paz en un proceloso y prolongado proceso que ha de requerir grandes dosis de verdad, enormes cantidades de perdón, profunda convicción de arrepentimiento (par que la tragedia no se vuelva a escenificar) y voluntad de extremar la generosidad, la justicia y la equidad, que para algunos significará sacrificios y, para otros, desprenderse de parte de lo que les sobra (bien o mal habido).

REDACCIÓN EDITORIAL

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