Cuentas incompletas

Nada dijo, Santos, eso sí, sobre la controvertida adjudicación del manejo del Magdalena y los perversos efectos ha de tener para el río madre y, particularmente, para los miles de habitantes ribereños y las miles de hectáreas productivas a afectar con sus correspondientes puestos de trabajo.

El presidente Juan Manuel Santos, en medio de la rendición de cuentas del Ministerio de Ambiente, emitió una serie de admoniciones sobre asuntos de singular importancia, pero guardó silencio sobre otros de similar interés.

Llamó a ahorrar agua y a tener especial cuidado con su uso ante la llegada de ‘El Niño’, que ha de prolongarse hasta octubre, con efectos que llegarán a enero de 2016. Enfatizó en el hecho de que habrá diferencias de grado en la afectación, más severa en las regiones Caribe y Pacífica y menos en la región andina. Advirtió que no dejará de llover, pero sí disminuirán la intensidad y la frecuencia de las lluvias, por lo que habrá de hacer mucho más racional el uso del agua.

Seguramente a la llamada de alerta habrá de complementarla una serie de medidas gubernamentales para quienes no tomen en serio las recomendaciones.

El primer mandatario y el ministro Vallejo llamaron también la atención sobre los efectos que han de sentirse en sectores productivos, con particular incidencia en el agropecuario, sobre el que han de haberse tomado las medidas de precaución.

Hicieron los funcionarios ejercicios mediáticos en cuanto tiene que ver con el aumento de las áreas protegidas y los páramos, que ojalá no queden solo en promesas y buenas intenciones, pues el asunto consiste en actuar con premura y no en impresionar al auditorio.

Procedió el Presidente a referirse al cuidado que debe darse a los cauces de los ríos y manifestó que en el particular y prioritario tema es muy poco (si algo) lo que se ha hecho y pasó a referirse al río Bogotá, del que manifestó que poco se había conseguido pese a una inversión de 80 millones de dólares y la remoción de mil toneladas de residuos. Malas noticias para el Tolima, que es el destino final de esos detritus en el cauce del Magdalena en la región.

Nada dijo, eso sí, sobre la controvertida adjudicación del manejo del Magdalena y los perversos efectos que esa adjudicación ha de tener para el río madre y, particularmente, para los miles de habitantes ribereños y las miles de hectáreas productivas a afectar con sus correspondientes puestos de trabajo.

Tampoco dijo nada de lo ocurrido y lo que ha de ocurrir con la represa del Quimbo y sus efectos aguas abajo. El país reclama informaciones claras y posiciones diáfanas sobre estos dos últimos asuntos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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