Editorial: Volver a empezar

Por tanto resulta incomprensible que haya quienes se opongan a una tregua bilateral, que es apenas uno de los primeros pasos del largo camino de la reconciliación y las bases de un proceso complejo que algún día se consolidará con la paz definitiva.

A la decisión de las Farc de declarar tregua unilateral se suma ahora la determinación del presidente Santos de suspender los bombardeos a las concentraciones y los campamentos guerrilleros que cumplan con ciertas condiciones, siempre y cuando se sostenga la tregua unilateral. De esta manera regresan las posiciones al lugar donde estaban antes de la crisis precipitada por el ataque que cobró la vida de 10 uniformados en Cauca.

Por supuesto que todo se inscribe dentro de la intención de alcanzar la paz, que es el objetivo de las conversaciones entre el Gobierno y las Farc. Paz que, necesariamente, habrá que consolidarse mediante la adopción de claros y definidos pasos que van desde el desescalamiento de las confrontaciones, tregua bilateral sujeta a verificación y con tiempos acordados, dejación de las armas, sometimiento de las partes a las condiciones del acuerdo, justicia, reparación, compromiso de no repetición y reintegro de los armados a la vida civil con plenas obligaciones y derechos.

Por tanto resulta incomprensible que haya quienes se opongan a una tregua bilateral, que es apenas uno de los primeros pasos del largo camino de la reconciliación y las bases de un proceso complejo que algún día se consolidará con la paz definitiva.

Como las cosas parecen haber retornado a donde estaban hace más de dos meses, es preciso recordar los compromisos adquiridos en ese entonces: desmovilización de los menores reclutados, colaboración en el desminado, cesación del secuestro extorsivo como forma de lucha, abandono de los nexos con el narcotráfico y denuncia de las redes del mismo, a lo que se podría adicionar la entrega de secuestrados y al información sobre el lugar donde se encuentran los restos de los muertos en cautiverio.

No sobraría que unilateralmente se denunciaran y entregaran a las autoridades los culpables de los repudiables abusos sexuales cometidos por miembros de la guerrilla para que sean sometidos a procesos similares a los aplicados a uniformados acusados de similares delitos y así, ad infinitum, pues, como se puede advertir, es mucho lo que debe hacerse y que compete a las partes con responsabilidades similares.

REDACCIÓN EDITORIAL

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