Editorial: Que no se equivoquen

Si las Farc y sus partidarios piensan que la paz se construye con atentados como el de Tumaco o limitaciones a las libertades como la de Medellín, están muy equivocados pues deben entender, sin posibilidad de error, que los colombianos no están dispuestos a retroceder en libertades tan arduamente conseguidas.

Un objetivo primordial de las conversaciones de paz en La Habana tiene que ver con la necesidad de establecer, sin cortapisa alguna, la posibilidad de disentir sin incurrir en riesgos, de discrepar civilizadamente sin poner en juego la vida. Por la misma razón tendrá que surgir de los acuerdos un compromiso incontrovertible de respeto por las libertades de expresión, de opinión y de asociación, que deberá ser velado al extremo por las fuerzas del Estado.

El genocidio perpetrado contra la Unión Patriótica obliga a hacer tales precisiones, así como lo ocurrido contra líderes populares, defensores de derechos humanos y activistas reclamantes de tierras. Por cierto, no quiere decir que se pueda soslayar otros inquietantes acontecimientos acaecidos en los últimos días y que tienen que ver con las Farc y sus organizaciones.

Es por esa razón que el asesinato del líder del Consejo Comunitario del Alto Mira, Genaro García, perpetrado en Tumaco por integrantes de la columna móvil Daniel Aldana de las Farc, no pueda superarse con la mera aceptación de lo sucedido por los delegados de la guerrilla en La Habana. Más aún cuando otros cinco líderes de estas organizaciones populares, en la zona de la costa del Pacífico han sido amenazados de muerte por la misma célula guerrillera, ya que la presencia de las organizaciones populares impide el accionar de quienes trafican con droga en esta región. Lo ocurrido debe merecer la más drástica sanción que debe hacerse pública sin dilación de manera que se garantice la reparación y la no repetición.

De la misma manera no es aceptable el matoneo ejercido desde las página de Anncol (adscrita a las Farc) contra el profesor e historiador de la Universidad Nacional, sede Medellín, Darío Acevedo Carmona, asedio que se complementa con mítines al interior de la universidad que persiguen su salida del claustro, por el hecho de discrepar de las posiciones de las Farc y ejercer su derecho a la libertad de expresión en un blog que tiene 10 años de estarse publicando y de una columna semanal en el diario El Espectador que hubo de suspender Acevedo ante las continuas amenazas y persecuciones.

Si las Farc y sus partidarios piensan que la paz se construye con atentados como el de Tumaco o limitaciones a las libertades como la de Medellín, están muy equivocados pues deben entender, sin posibilidad de error, que los colombianos no están dispuestos a retroceder en libertades tan arduamente conseguidas.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios