Nos tocó la emergencia

En diversos lugares del planeta se multiplican los huracanes y los tifones, los incendios arrasadores y las inundaciones catastróficas, las sequías prolongadas y los aguaceros de características bíblicas que no son otras que señales de angustia de un planeta en peligro.

Aunque todavía hay gente a la que en nada preocupa el calentamiento global, gobiernos que se resisten a emplear medidas de choque para mitigar la afectación que la acción del hombre causa en el clima del planeta e incluso quienes se empeñan en una práctica dañina y realizan actividades decididamente atentatorias contra la casa común, la naturaleza permanentemente manifiesta, con hechos irrebatibles, que se marcha en una pendiente hacia el abismo, de no tomarse los correctivos urgentes y necesarios y las acciones colectivas y, si se requiere, coercitivas que impidan el desastre.

En diversos lugares del planeta se multiplican los huracanes y los tifones, los incendios arrasadores y las inundaciones catastróficas, las sequías prolongadas y los aguaceros de características bíblicas que no son otras que señales de angustia de un planeta en peligro.

Por meses las autoridades ambientales han advertido (en Colombia particularmente) sobre la llegada del llamado Fenómeno del Niño e insistido sobre la circunstancia de que en esta ocasión no solo sería más severa, sino prolongada su presencia.

Algunos lo tomaron con reticencia y hasta elaboraron bromas sobre la demora en la llegada del fenómeno. Pocos (sobre todo en el Tolima) se prepararon y todos ahora comienzan a angustiarse por la implacable presencia de las altas temperaturas, la sequía, los incendios forestales, la destrucción y extinción de las fuentes de agua y la incineración de sembrados y viviendas.

El gobernador Luis Carlos Delgado ha declarado la alerta roja, pues en la región se combinan factores inéditos que motivan la alarma, máxime cuando se pronostica que el severo estío se prolongará hasta marzo del año entrante.

Las estadísticas producen escalofrío: es la más severa situación en los últimos 20 años, ya se han afectado con incendios forestales 46 de los 47 municipios del departamento, entre las capitales Ibagué es la ciudad en la que más ha aumentado la temperatura en el último año (4.5 grados), se han quemado 11 mil hectáreas y ya se registra la destrucción de viviendas y cosechas, así como la afectación de vitales fuentes de agua y nacimientos de quebradas.

La emergencia se debe enfrentar con todos los elementos disponibles (si es preciso recurrir al apoyo de entidades nacionales) ha de actuarse con severidad contra pirómanos e irresponsables que contribuyen a la crisis con su errático proceder y se deben realizar campañas educativas (que se antoja han de ser permanentes) para crear una conciencia de protección del entorno y del planeta. 

EL NUEVO DÍA

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