La debacle

Vendrán las demandas, los escenarios abandonados, y el nombre de la ciudad y su gente por los suelos, pero la ciudad no se acabará aunque hayan intentado despedazarla y repartirse los despojos. Motivos de más para que la gente se cuide mucho el 25 de octubre a la hora de depositar el voto. Ya hubo suficiente.

Aunque a algunos en su indolencia poco les preocupa el descalabro y deterioro de la imagen colectiva que va resultando con el fracaso en la organización de los Juegos Nacionales es preciso determinar responsabilidades en un fiasco que desborda fronteras.

De la euforia inicial que permitió avizorar un panorama de impacto en el desarrollo y de multiplicación de opciones para los ibaguereños por la asignación de la sede de los Juegos, se fue pasando a una etapa de advertencias sustentada en la molicie con la que la administración afrontaba la tarea de proyectar, diseñar, presupuestar y preparar la ciudad para cumplir con el compromiso adquirido.

Con el paso del tiempo y la pachorra que ha caracterizado al actual gobierno municipal se entró en modo de angustia ante lo que ya se podía avizorar como una gran frustración.

Los hechos de los últimos días no han hecho sino confirmar los más negros presagios y no se sabe que más pueda ocurrir en el mes que resta y lo que suceda en desarrollo de las justas que finalmente se disputen en la capital del Tolima.

Preocupa, en materia grave, lo que ha de ocurrir con los escenarios que han de quedar sin concluir o apenas en el proceso de remoción de tierras. Ya que lo que había, si bien vetusto o incompleto servía para la práctica de los deportistas y el solaz de las familias locales y conociendo el modo de obrar de quienes en mala hora administran la ciudad, no cabe sino pensar que van a quedar abandonadas a su suerte.

Así ha ocurrido con el acueducto complementario, la vivienda gratuita, el transporte público y tantas otras iniciativas y carencias que no solo contaban con la financiación ofrecida sino con el tiempo para ejecutarse y de las cuales solo parece han de derivarse demandas por varios veces el valor de los contratos adjudicados a los menos idóneos y más avivatos.

El alcalde no tendrá preocupaciones ya que su deporte preferido se escenificará en la que se convirtió en la sede alterna de la alcaldía y lugar donde ocupa la mayoría del tiempo. Más ahora cuando también el tenis de campo se escenificará allí.

Los diseñadores se embolsaron su parte por elaborar los renders con los que se ilustró una pieza publicitaria. El superasesor demoró la contratación de obras hasta cuando solo quedó disponible un contratista que se aviniera con los incentivos de localización y el precario plazo que, se sabía, no habría de alcanzar.

Vendrán las demandas, los escenarios abandonados, y el nombre de la ciudad y su gente por los suelos, pero la ciudad no se acabará aunque hayan intentado despedazarla y repartirse los despojos. Motivos de más para que la gente se cuide mucho el 25 de octubre a la hora de depositar el voto. Ya hubo suficiente.

REDACCIÓN EDITORIAL

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