Editorial: Las llaves del futuro

La cultura y la educación contienen la llave del futuro para la región, los municipios y sus habitantes y no pueden seguir siendo considerados como premio de consolación para mediocres desubicados que terminan degradando las posiciones o utilizándolas como fuente de negocios personales.

Por mucho más de un siglo el Tolima ha sabido dar respuesta a la violencia a través de manifestaciones culturales que han permitido mitigar el efecto de las confrontaciones y ofrecer alternativas de conciliación y progreso. De la misma manera, de la región y su gente, han salido reformas e iniciativas que han significado la evolución de las costumbres y la conquista de derechos conculcados por años a grandes sectores.

Basta ver los aportes de ciudadanos como Manuel Murillo Toro o José María Samper al andamiaje constitucional y legal del siglo XIX, la aparición de instituciones como el Conservatorio del Tolima tras el holocausto de la Guerra de los Mil Días, las propuestas modernizadoras surgidas de la Convención Liberal de Ibagué de 1922 y todo lo que significó y pudo significar el conjunto de reformas impulsadas por la Revolución en Marcha de 1936, liderada por un grupo de tolimenses.

A cada expresión de violencia ha correspondido un arsenal de iniciativas culturales que han permitido la reconstrucción del tejido social destruido por la intolerancia y el salvajismo: el Festival Folclórico Colombiano (antes de ser degradado por acción de mercenarios), la creación de las universidades del Tolima e Ibagué, el Festival Nacional de la Música Colombiana, la Gran Misión liderada por la Iglesia Católica e inclusive manifestaciones deportivas como los IX Juegos Nacionales contribuyeron a matizar las épocas de violencia y barbarie.

Por todo lo anterior se hace menester que quienes vayan a resultar elegidos en los comicios por celebrarse en menos de dos semanas tengan en el primer lugar de sus prioridades a la cultura y la educación. Esto en contraste con una triste tradición que le ha entregado estos fundamentales sectores al pago de favores políticos designando a ciudadanos carentes de los más elementales requisitos y sin ninguna visión ni criterio. En ocasiones con sujetos cuyos intereses no van más allá de los gremiales o como presea de tercera categoría para personajes a los que no pueden ubicar en ninguna otra posición.

La cultura y la educación contienen la llave del futuro para la región, los municipios y sus habitantes y no pueden seguir siendo considerados como premio de consolación para mediocres desubicados que terminan degradando las posiciones o utilizándolas como fuente de negocios personales.

REDACCIÓN EDITORIAL

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