Editorial: Por la vida

Como se ha establecido en juego está el futuro de la humanidad y ningún argumento ni excusa puede imponerse a la angustiosa realidad por lo que hade ser tarea de todos cuidar los bosques, las fuentes de agua y racionalizar el consumo de energía y el uso de los suelos para mitigar el efecto invernadero.

Con la participación de 190 estados más la vinculación de la Unión Europea y la presencia de 140 jefes de estado y de gobierno inicia mañana en París la XXI Conferencia sobre el clima. Las deliberaciones irán hasta el viernes 11 de diciembre y en juego está nada menos que la supervivencia de la humanidad.

En diversos lugares del mundo se escenificarán marchas y concentraciones que pretenden presionar a los dignatarios reunidos en París a alcanzar un acuerdo que realmente tenga significación y contribuya a detener el cambio climático, que en un 95 por ciento es producido por la mano del hombre.

Como en el pasado, pese a la urgencia, los intereses particulares de los países amenazan obstaculizar la calidad de vinculante de las decisiones lo que llevaría al fracaso la reunión y a sembrar la incertidumbre sobre el destino de la civilización como la conocemos.

Se pretende que a partir de 2020 se establezca un fondo de millardos de dólares anuales alimentado por los países signatarios para asumir los costos de la impostergable y mancomunada tarea.

El peso, por supuesto, ha de recaer en los mayores contaminadores: China, Estados Unidos, la Unión Europea, India y Rusia, que no solo tendrán que aportar la mayor contribución monetaria sino, también, que variar radicalmente sus patrones de producción, consumo y comodidad.

Se tiene como meta que para 2100 la temperatura promedio del planeta no haya superado los dos grados centígrados, ya que las proyecciones actuales superan los 2.7 grados y tal incremento se traduciría en mayores turbulencias climáticas y el incremento de las aguas de los océanos, que significaría la desaparición de los núcleos poblados en las orillas y migraciones forzadas inimaginables.

Necesariamente tendrá que reducirse al mínimo el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), particularmente conflictiva e impostergables ha de ser la erradicación del carbón (el más barato y contaminante) que es esencial en la producción de energía de la India, en las exportaciones de Colombia y en los patrones de producción de la mayoría de los países.

Como se ha establecido en juego está el futuro de la humanidad y ningún argumento ni excusa puede imponerse a la angustiosa realidad por lo que hade ser tarea de todos cuidar los bosques, las fuentes de agua y racionalizar el consumo de energía y el uso de los suelos para mitigar el efecto invernadero.

París no puede convertirse en un nuevo fracaso.

REDACCIÓN EDITORIAL

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