Editorial: Esfuerzos y coherencia

Si se indaga en los organismos que dispensan licencias para explotaciones mineras se encontrará (al menos es lo que se ha podido averiguar) que la minera surafricana renunció a todas las licencias que le habían sido otorgadas en el municipio de Ibagué.

Como aconteció cuando se entrevistaba a los candidatos a ocupar la rectoría de la Universidad del Tolima y la única pregunta pertinente era la de si estaba a favor o en contra de la actividad minera; en la instalación del Concejo ibaguereño ocurrió algo similar, las preocupaciones de los concejales se centraron en indagar si eran partidarios de una consulta popular para que la ciudadanía opinara si en el territorio de la capital del Tolima se pueden ejecutar actividades que impliquen contaminación del suelo, pérdida o contaminación de las aguas o afectación de la vocación agrícola o turística del municipio.

Por supuesto que nadie tendrá como prioridad la explotación aurífera contra la disponibilidad de agua. Más si se tiene en cuenta que el oro tiene muy reducido valor de uso y lo que le otorga importancia es su valor de cambio.

Sin embargo, y ante el cúmulo de problemas que afectan a la comunidad es preciso establecer prioridades para llevar a cabo las acciones y determinar con claridad y conocimiento lo que se ha de emprender.

Como a ciertos sectores lo único que les parece reprobable es la megaminería y, particularmente, la actividad de Anglo Gold Ashanti, es bueno involucrar en el análisis otros factores igualmente relevantes.

Si se indaga en los organismos que dispensan licencias para explotaciones mineras se encontrará (al menos es lo que se ha podido averiguar) que la minera surafricana renunció a todas las licencias que le habían sido otorgadas en el municipio de Ibagué.

Sin embargo, vale la pena indagar sobre otros factores “contaminantes del suelo y las aguas, que implican pérdida de las fuentes de abastecimiento y que afectan la vocación agrícola o turística del municipio”.

A la cabeza está, desde hace años y se ha ilustrado serios estudios médicos, la contaminación producida en suelos, aguas y productos cultivados por cuenta del empleo desaforado de agroquímicos, al punto que las aguas del Coello, en la zona de captación de la bocatoma del Acueducto Complementario son de las más contaminadas (como lo son y por la misma razón las demás corrientes que discurren por el Tolima).

Enseguida y si se pretende erradicar la megaminería a cielo abierto habría que recordar la presencia de Cemex en la región. Para continuar con todas las perversas explotaciones de materiales de aluvión para la construcción que se llevan a cabo con deterioro de la mayoría de las corrientes de agua y se convierten en la mayor fuente de producción minera del departamento sin que dejen regalía alguna para las comunidades.

Finalmente, lo que ocurre cuando el mismo municipio autoriza, a través del Concejo, Planeación, Cortolima y las curadurías, el desarrollo de gigantescos proyectos de vivienda que indefectiblemente han de arrojar sus aguas servidas a los ríos ante la carencia de plantas de purificación.

Como la falta de espacio impide ser más exhaustivos lo mencionado debe servir para reflexionar con respecto al uso del tiempo, los esfuerzos y el lenguaje, pero ante todo de la coherencia.

REDACCIÓN EDITORIAL

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