Editorial: Permanecer alertas

Hay que recordar que en la región han operado unos de los más poderosos carteles de la droga, que, con el beneplácito y la complicidad de gobiernos, políticos, y grandes segmentos de la sociedad se apoderaron de bancos, cadenas de droguerías, equipos deportivos, emisoras, universidades, fábricas y haciendas.

con base en el escalafón que elabora Seguridad, Justicia y Paz, una ONG mexicana que monitorea los informes sobre muertes violentas en las diferentes ciudades del mundo, aparecen tres ciudades colombianas entre las 50 más violentas en una oprobiosa lista que encabeza Caracas y cuyos 10 primeros lugares son ocupados por ciudades latinoamericanas.

A la cabeza de las ciudades colombianas está Palmira, la segunda ciudad del Valle del Cauca, con una población que se calcula en la mitad de la de Ibagué. Allí en 2015 hubo 216 muertes violentas, lo que arroja una tasa de 70.8 por cada 100 mil habitantes, con la que superó a su vecina Cali, que ocupa el décimo lugar, y bien por encima de la tasa nacional de 24.5.

¿Cuáles factores se acumulan en las dos ciudades del Valle para ofrecer tan desapacible panorama? Hay que recordar que en la región han operado unos de los más poderosos carteles de la droga, que, con el beneplácito y la complicidad de gobiernos, políticos, y grandes segmentos de la sociedad se apoderaron de bancos, cadenas de droguerías, equipos deportivos, emisoras, universidades, fábricas y haciendas. Que a la par funcionaron (y funcionan) violentas organizaciones armadas integradas por narcotraficantes, paramilitares y guerrilleros y que en esa región se escenificaron algunas de las más horrendas masacres como la de Trujillo.

No han sido pocas las ocasiones en las que se han expandido a otras regiones las acciones y operaciones de estos grupos violentos. Al Tolima, en época del Alacrán, se dio inicio al cultivo de la amapola y reconocidos capos como “Jabón” y “Don Diego” actuaron en complicidad con un reconocido traficante de la región.

Se avecina un cambio radical de la situación de orden público (si los diálogos de La Habana son fructuosos) por lo que hay que anticiparse a que en algunas regiones donde se padece la influencia de las Farc, y de cesar estas en su accionar, ese espacio pretenda ser ocupado por bandas como las que operan en el Valle.

De hecho ya hay rumores de que se encuentran apoderándose del negocio del gota a gota y complementándolo con el microtráfico de droga. Se dice además que la proliferación de muertes que se registra en varios municipios obedece a ese propósito, pero que queda oculto bajo reportes genéricos como el ajuste de cuentas en los reportes oficiales

Son momentos en los que no se puede bajar la guardia ante perspectivas como las de Cali, Palmira y Pereira.

REDACCIÓN EDITORIAL

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