Editorial: Tripulación para la tormenta

El país está a punto de embarcarse en una etapa crucial para construir la paz en medio de aguas procelosas, para lo que se requiere de avezados tripulantes por lo que se debe relevar a quienes no parecen tener la idoneidad suficiente.

Las afugias económicas del gobierno derivadas de la caída de los ingresos por cuenta del colapso de los precios del petróleo obligan a aguzar la inventiva y extremar la creatividad. La recta recomendada consiste en establecer un draconiano manejo del aparato del Estado, una reducción de la inversión y un incremento de los ingresos fiscales.

Esos simples postulados van a encontrar siempre amigos y contradictores, unos y otros movidos bien por su apego a ciertas doctrinas económicas, bien por moverse de acuerdo con sus particulares intereses que, en ocasiones, van en contra del interés general.

El equilibrio que muestre el gobierno es clave en momentos de incertidumbre cuando factores psicológicos entran en juego y aceleran o menguan el efecto de las disposiciones gubernamentales. Nadie puede decir que tiene la receta perfecta y cualquier exceso puede producir imponderables efectos colaterales.

Por ejemplo: ¿Resulta beneficioso para el país continuar con el programa de inversiones en infraestructura, habida cuenta de que así se puede sustentar el crecimiento de la economía en época de recesión? Por el contrario, ¿puede ser ruinoso continuar con un ritmo de inversión que no es sustentable y que conduce a un mayor endeudamiento?

Lo que sí parece indispensable es que exista una permanente coordinación entre las diferentes dependencias del Gobierno nacional, de tal manera que no se continúen dando palos de ciego mediante el establecimiento de reformas, establecimiento o incremento de precios o gravámenes, sin análisis ni evaluación, o la expresión de posiciones que no han sido sopesadas, ya que provocan desconcierto y dudas.

Hay no menos de tres ministros que hace rato (casi desde su posesión) están pidiendo relevo y cada vez que abren la boca sumen al país en controversia e incredulidad: La ministra de Transporte, da la impresión de una gallina criando patos, cuya última actuación respecto del avalúo de los vehículos para el pago de impuestos debe resultar en el cierre de una deslucida faena.

El ministro de Ambiente, cuyos antecedentes de relacionista público no le proporcionan los galones necesarios para lidiar con la emergencia que vive el país y es objeto de escrutinio permanente como motivo de burlas y escarnio ante la incoherencia de muchos de sus pronunciamientos.

Y, finalmente, el ministro de Energía que aparece salido de foco en medio del huracán mundial que sacude al sector e irreflexivamente autoriza aumentos del precios del combustible para a los pocos días recular y dar la imagen de improvisación y desubicación.

El país está a punto de embarcarse en una etapa crucial para construir la paz en medio de aguas procelosas, para lo que se requiere de avezados tripulantes por lo que se debe relevar a quienes no parecen tener la idoneidad suficiente.

REDACCIÓN EDITORIAL

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