Editorial: ¿Fumigación y autismo?

El resultado señala que los muchachos que viven en zonas fumigadas tienen un 25 por ciento más de riesgo de ser diagnosticados con autismo o problemas de desarrollo. De otros estudios se ha encontrado que la forma de aplicación de los pesticidas puede tener efecto en ciertos neurotransmisores.

La revista Time en su más reciente edición da cuenta de un informe presentado en la última reunión de las Sociedades Académicas Pediátricas en el 2016, que señala una correlación entre la fumigación aérea con pesticidas para eliminar mosquitos y un riesgo de demoras en el aprendizaje y autismo en los niños de zonas donde se practica la aspersión.

El uso de la fumigación aérea ha aumentado con el propósito de controlar la población de mosquitos ante la epidemia de Zika, pero es práctica común en el verano en algunas regiones y zonas de los Estados Unidos. En otros lugares se hace fumigación manual o, como ocurre en Ibagué, por medio de vehículos que recorren las calles del municipio.

El mentado estudio se realizó en ocho zonas postales de la región de Nueva York, en las que se practican aspersiones anuales para prevenir la encefalitis equina, derivada, también, de la presencia de mosquitos transmisores. El estudio tuvo en cuenta variables tales como la pobreza y el género para obtener mayor precisión en los resultados.

El resultado señala que los muchachos que viven en zonas fumigadas tienen un 25 por ciento más de riesgo de ser diagnosticados con autismo o problemas de desarrollo. De otros estudios se ha encontrado que la forma de aplicación de los pesticidas puede tener efecto en ciertos neurotransmisores.

Hay que recabar que el estudio muestra una correlación entre la aplicación del pesticida y los diagnósticos anotados, pero no concluye que sean producto de la fumigación. De la misma manera que no determina si es el resultado de una exposición en el vientre materno o tras el nacimiento de los bebés.

En lo que sí hubo consenso entre los miembros de la comunidad científica es en que se deben tomar precauciones tales como resguardar a la población bajo techo mientras se producen las aspersiones y proteger o cubrir los jardines y los juegos infantiles en esos momentos.

No sobra tomar conciencia de estas mediciones para tomar las medidas pertinentes como prevención mientras se conocen estudios más profundos y definitivos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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