Editorial: Un acuerdo con 20 años de edad

Lo conseguido con el acuerdo es prueba fehaciente de la bondad del diálogo y del establecimiento de compromisos estrictamente respetados por las partes. Gran ejemplo que puede ser replicado en otras zonas del departamento y fuera de él.

En poco más de un mes se conmemorarán los 20 años de la presentación del Acuerdo de Paz celebrado entre el Resguardo Indígena Paez de Gaitania y las Farc- EP, representadas por el Frente Joselo Losada.

Dicho Acuerdo fue refrendado el 26 de julio entre Virgilio López Velazco, Gobernador del Resguardo Indígena Páez y el Comandante del Frente, Jerónimo Galeano. Como testigos actuaron Delphine Vann del Comité Internacional de la Cruz Roja y Monseñor José Luis Serna Alzate, delegado de la Conferencia Episcopal Líbano- Honda.

Para una cabal interpretación del significado de este acuerdo y sus consecuencias es preciso hacer un poco de historia.

En primer lugar ha de registrarse que a comienzos del siglo pasado y provenientes de Tierradentro en el Cauca llegaron las primeras familias indígenas a lo que hoy se conoce como Gaitania. Eran paeces de la comunidad Nasa. Desde entonces ha habido un flujo permanente de personas a más de la natural expansión poblacional, de manera que allí hay ahora cerca de 725 familias que conforman una población de más de tres mil personas, que habitan el Resguardo de un área de aproximadamente 10 mil hectáreas.

De otro lado, y como consecuencia de las luchas por la tierra que tomaron fuerza alrededor del año 30 del siglo pasado, un gran número de campesinos provenientes del municipio de Cabrera en Cundinamarca y la región del Sumapaz entre Tolima y Cundinamarca, confluyeron en Villarrica en el Tolima y se ubicaron en baldíos que pronto se convirtieron en fincas gracias al trabajo de los labriegos.

Tras numerosas confrontaciones con sucesivos gobiernos de mitad del siglo pasado, se conformó un movimiento de resistencia que hubo de trasladarse al sur del Tolima en la zona de Marquetalia.

Tal desplazamiento fue conocido con el nombre de Columna de Marcha y era compuesto por mujeres, ancianos y niños, a más de quienes conformaron el foco de la resistencia y que fue hostigado por tierra y aire a lo largo de su camino muy sesudos historiadores han contado de las divisiones posteriores entre “limpios” y “comunes”, de los bombardeos a Marquetalia (zona vecina a los asentamientos indígenas) y de la creación de las Farc.

A lo largo de más de 30 años se presentaron confrontaciones violentas entre indígenas y guerrilleros que solo sirvieron para fortalecer una cadena de retaliaciones y odios que a nadie benefició, hasta cuando, a través del diálogo entre la autoridad indígena y los comandantes guerrilleros de la región se llegó al Acuerdo mencionado al principio de esta nota.

Desde entonces y con esporádicos momentos de crisis, el Acuerdo ha sido respetado por las partes, lo que ha significado un largo período de paz para la comunidad indígena y ausencia de armas en su territorio que, a su vez, ha permitido la puesta en marcha de actividades productivas, entre las que se cuentan el haber convertido la zona en productora de café de altísima calidad de gran reputación en los mercados internacionales.

Lo conseguido con el acuerdo es prueba fehaciente de la bondad del diálogo y del establecimiento de compromisos estrictamente respetados por las partes. Gran ejemplo que puede ser replicado en otras zonas del departamento y fuera de él.

REDACCIÓN EDITORIAL

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