Editorial: Para evitar problemas

En primer lugar y tras lustros de promesas incumplidas el Gobierno nacional ha emprendido simultáneamente dos tareas: la modernización y ampliación del precario aeródromo y la construcción de una doble calzada que sustituya la trocha por la que se accede al aeropuerto.

La evolución de las comunidades permite que el ejemplo de lo sucedido con los grandes conglomerados sirva para que las menos habitadas eviten repetir errores y esquiven costosas equivocaciones.

Lamentablemente, esta que parece ser una máxima de oro, en Colombia tiene muy pocos seguidores y rutinariamente se observan ruinosas conductas auspiciadas por los entes municipales que replican otras de grandes urbes cuyos errores deberían haberse sorteado.

Un claro ejemplo de lo anterior lo constituye lo acontecido con el aeropuerto Eldorado, el mayor y más congestionado del país. Esta gigantesca y esencial obra de infraestructura fue construida a mediados del siglo pasado y, para efectos prácticos, su construcción se adelantó en terrenos de la ciudad lejanos a los desarrollos habitacionales, pues todos saben de la necesidad que tiene una ciudad de realizar operaciones aéreas las 24 horas del día y de los inconvenientes que ese tráfico generaría para conjuntos habitacionales cercanos a las pistas del aeródromo.

Pues bien, esa elemental precaución no fue tenida en cuenta en la capital de la República. Imprudentes administraciones autorizaron la urbanización de la vecindad de Eldorado y ahora se suceden las quejas y las demandas de los vecinos por el ruido que producen el despegue y aterrizaje de los aviones.

El tema viene a propósito con relación a varios desarrollos que se suceden en el entorno del aeropuerto Perales de Ibagué. En primer lugar y tras lustros de promesas incumplidas el Gobierno nacional ha emprendido simultáneamente dos tareas: la modernización y ampliación del precario aeródromo y la construcción de una doble calzada que sustituya la trocha por la que se accede al aeropuerto.

No obstante, lo expresado arriba se advierte que, poco a poco y sin las debidas prevenciones y precauciones se autoriza el establecimiento de urbanizaciones y desarrollos de infraestructura en las cercanías de la pista de Perales, de manera que si esta se amplía (como es la aspiración ciudadana) comenzarán a presentarse los conflictos entre los vecinos y el aeropuerto, con una situación de fondo: no existe un sitio alternativo para ubicar esta esencial pieza de la infraestructura.

Bajo ninguna circunstancia ni argumento se puede repetir el costoso error de Bogotá.

REDACCIÓN EDITORIAL

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