Editorial: Rechazo absoluto

Ese rechazo, sumado a la presión de las autoridades y a los buenos oficios de la Iglesia Católica y la Defensoría del Pueblo, permitió que los tres comunicadores regresaran sanos y salvos y rápidamente al seno de sus hogares y amistades.

El rechazo colectivo al secuestro que se manifestó desde todos los sectores del país por razón del plagio, en la última semana, al que fueron sometidos por el ELN tres periodistas, necesariamente ha de haberlo percibido el ínfimo segmento que todavía parece proclive a la inicua práctica.

Ese rechazo, sumado a la presión de las autoridades y a los buenos oficios de la Iglesia Católica y la Defensoría del Pueblo, permitió que los tres comunicadores regresaran sanos y salvos y rápidamente al seno de sus hogares y amistades.

Lo sucedido debe tener otras consecuencias positivas: en primer lugar, confrontar al ELN para ratificarle que esa práctica abominable no es aceptable, debe borrarse definitivamente de las opciones de los grupos opositores, como fórmula para expresar la discrepancia contra el manejo del Estado o recabar fondos para financiar sus actividades; para reiterarle al grupo insurgente que la población colombiana no acepta diálogo con quienes tiene en su poder a otros colombianos o defienden la legitimidad de tan censurable práctica.

De otro lado, se debe aprovechar este rechazo colectivo para reclamar y exigir la devolución de todos aquellos secuestrados, sin dilación ni exhibición de absurdos argumentos para justificar la ignominia.

De la misma manera y con la intención de restañar, en parte, muchas de las heridas ocasionadas a lo largo del prolongado conflicto, debe reclamarse a los grupos violentos la divulgación de los sitios donde se encuentran los restos de los fallecidos en cautiverio o la devolución física de los despojos.

Cuando se está pensando en un nuevo país que habrá de construirse a raíz de la concreción de los acuerdos, debe trabajarse con enjundia en la consolidación de unas bases que permitan la solidez de la conciliación y que se convierta en la argamasa de las nuevas relaciones.

REDACCIÓN EDITORIAL

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