Editorial: El saqueo de una ilusión

El pasado domingo EL NUEVO DÍA publicó con documentos irrefutables y análisis incontrovertibles la prueba reina de la manipulación. Falta ver que en esta ocasión todo quede igual y la impunidad siga siendo la ley de la tierra.

A lo largo del tiempo en las páginas de este rotativo el lector ha podido enterarse de la evolución del proceso de los frustrados Juegos Nacionales y Paranacionales desde cuando, con el beneplácito de todos, se conoció de la asignación de la sede hasta cuando la ilusión se tornó en una pesadilla que incluyó, para Ibagué, la región y sus habitantes, un sentimiento de vergüenza y frustración.

La designación como sede de las justas trajo a la memoria colectiva lo sucedido con los IX Juegos en 1970, cuando la ciudad se aglutinó en un propósito común que permitió la construcción de una completa infraestructura deportiva, la participación cívica en diferentes eventos, la modificación urbanística de la ciudad y la conformación de equipos deportivos competitivos que disputaron los lugares de honor en las justas. Por supuesto, las fiestas deportivas se tradujeron en puestos de trabajo, oportunidades de negocio y promoción de la ciudad.

En esta oportunidad y muy pronto se comenzó a percibir que las cosas tomaban otro muy distinto camino. El espíritu de saqueo que imperó en el cuatrienio comenzó a manifestarse desde la forma como se contrató el diseño de las instalaciones deportivas hasta cuando se asignaron los contratos de construcción e interventoría. Contratos que superaron los cientos de millardos de pesos en los que solo participaron ignotas firmas ibéricas o consorcios nacionales sin antecedentes adecuados. Todo justificado por controvertidos asesores que, sin rubor alguno, oficiaban como contratistas del municipio a la par que con la contraparte, sin objeción alguna del Consejo Superior de la Judicatura.

En las páginas de EL NUEVO DÍA se fue registrando la forma irregular como se adjudicaron las licitaciones, la pérdida deliberada de tiempo y los arreglos estructurados para favorecer el contubernio.

El resultado todos lo conocen: a varios deportes se les reasignó la sede, las instalaciones ibaguereñas existentes quedaron derruidas e inservibles y los contratos para la construcción de nuevos escenarios no se culminaron para vergüenza y frustración colectivas. las posibilidades de aprovechamiento económico se esfumaron y los deportistas de élite de la ciudad hacen parte de un obligado éxodo para continuar con su preparación.

En tanto, los organismos de control pasaron de su habitual papel de impasibles espectadores al de cómplices del latrocinio por su catatónica actitud.

El pasado domingo EL NUEVO DÍA publicó con documentos irrefutables y análisis incontrovertibles la prueba reina de la manipulación. Falta ver que en esta ocasión todo quede igual y la impunidad siga siendo la ley de la tierra.

REDACCIÓN EDITORIAL

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