Editorial: Embustes y realidades

Así que la próxima vez que los predicadores del desastre salgan a mencionar la hecatombe se les puede refutar con cifras (pese a ciertos apoyos a paros camioneros). Pero bueno, no le ha ido tan mal a Santos y sus bolcheviques.

Aunque en ocasiones resulte inútil pedir a un sector de la ciudadanía una mínima reflexión sobre decisiones y creencias, en una era en la que tiene más peso una falacia registrada en las redes sociales que el sosegado análisis sobre cifras y datos producidos por entidades internacionales libres de cualquier sospecha, va a ser necesario continuar con una tarea de contraste entre las groseras mentiras que se expresan sin rubor en escenarios nacionales e internacionales y las verdades que arroja la mirada ponderada de la realidad.

Por cierto, nadie entiende cuál es la radical denuncia contra el umbral del plebiscito aprobado por la Corte Constitucional (13 por ciento), cuando la negociación con los paramilitares en Ralito fue exactamente igual al costo de manejo de un abominable comercial de una tarjeta de crédito: ¡Cero!. A más de que no existió entidad u organismo que revisara el cumplimiento de los compromisos adquiridos por quienes supuestamente pretendían reincorporarse a la sociedad.

Pero bueno, el tema era otro y no se debe desviar la atención en el análisis. Hace menos de un mes, en una de las rutinarias giras con las que el expresidente Uribe y sus acólitos acostumbran acudir a foros internacionales a mentir y denigrar del país y su gobierno, se escuchó en Madrid decir a Uribe lo siguiente: “El país ha sido tomado por el comunismo”. “La situación en Colombia está peor que en Venezuela”. Y a una pregunta de un potencial inversionista sobre si la recomendación era no invertir en Colombia, el senador manifestó que “No lo haga y espere a que nosotros volvamos al poder en el 2018”.

Claro que usted, amigo lector, está en libertad de creer que Santos, Holguín, Cárdenas y Pardo son criptocomunistas, apoyados por los curas de la Conferencia Episcopal y rojos de todas las cataduras de la UE, ONU, OEA y El Vaticano.

Sin embargo, es bueno revisar las cifras aportadas por la Comisión Económica para América Latina Cepal sobre desempeños y perspectivas de la actividad económica en esta región del mundo.

Dice la Cepal que América Latina se contraerá en -0.8 por ciento en el 2016 y continuará lo ocurrido en el 2015 del -0.5 por ciento. Que el crecimiento de la región en el presente año será del 2.1 por ciento. Los mediocres resultados estarán jalonados por una contracción de la economía de Venezuela (-8.0 por ciento), Brasil (-3.5 por ciento, que viene del -3.9 por ciento en el 2015), Argentina que pese a las reformas de Macri se contraerá en -1.5 por ciento (del -2.4 por ciento del año pasado) y Ecuador (-3.5 por ciento). Mientras Chile pasará raspando con 1.6 por ciento y Colombia crecerá el 2.7 por ciento, Perú el 3.9 por ciento y la sorprendente Bolivia de Evo 4.5 por ciento.

México (2.3 por ciento) y los centroamericanos lo harán mejor (2.6 por ciento con México y 3.8 por ciento sin los mexicanos. A la cabeza República Dominicana (6 por ciento), Panamá (5.9 por ciento), Nicaragua (4.5 por ciento, Guatemala (3.5 por ciento) y Honduras (3.4 por ciento).

Así que la próxima vez que los predicadores del desastre salgan a mencionar la hecatombe se les puede refutar con cifras (pese a ciertos apoyos a paros camioneros). Pero bueno, no le ha ido tan mal a Santos y sus bolcheviques.

REDACCIÓN EDITORIAL

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