Editorial: Todo listo

Por un lado, el ELN ha dado señales de querer retornar al sendero de los diálogos (tarde, pero que se le va a hacer) y no han vuelto a hablar de “retenciones” sino discuten sobre el número de secuestrados en su poder, han decretado una tregua unilateral para no afectar el plebiscito y discuten sobre la sede de los diálogos.

Pese a la singular trascendencia del evento de mañana hay quienes lo equiparan con una elección atípica en un municipio lejano o lo asimilan con la selección del encargado de un organismo sin importancia.

Lo que está en juego es el futuro del país y afecta el devenir de generaciones que aún no han nacido. En efecto, del resultado del plebiscito dependerá que el silencio de los fusiles del grupo armado ilegal más numeroso sea permanente y que los recursos que hoy se destinan al estéril ejercicio de la guerra se conviertan en elemento generador de oportunidades y progreso.

Con certeza son muchos los que no han sacado tiempo para leer el acuerdo firmado el pasado lunes en Cartagena y, dado lo voluminoso del documento, resulta dudoso que lo logren hacer antes de que se cierre la jornada electoral y hayan depositado su voto, mas no hay duda de que a estas horas los que han decidido acercarse a los centros de votación ya han definido su voto.

La esperanza es que sean muchos y se rompa el índice de abstención que ha sido tradicional y que en las últimas elecciones ha superado indefectiblemente el 50 por ciento de la población apta para votar que es cercana a los 35 millones de colombianos.

De otro lado, los acontecimientos han tomado una dinámica que confluye en el proceso de elección. Por un lado, el ELN ha dado señales de querer retornar al sendero de los diálogos (tarde, pero que se le va a hacer) y no han vuelto a hablar de “retenciones” sino discuten sobre el número de secuestrados en su poder, han decretado una tregua unilateral para no afectar el plebiscito y discuten sobre la sede de los diálogos.

Los países amigos, a su turno, continúan adicionando contribuciones y promesas para colaborar en el proceso que ha de desarrollarse de triunfar el sí mañana.

Los opositores al acuerdo vistieron de paño negro en Cartagena, tal vez para hacer reminiscencias de movimientos de similar orientación del pasado o para que nadie los fuera a confundir con el blanco de la paz.

De nuevo y en forma misteriosa volvieron a presentarse hechos como los ocurridos en marzo de 2010, cuando para las elecciones fueron atacados los sistemas de la Registraduría en tiempos del Registrador Carlos Ariel Sánchez (por quien pocos afectos tenía el gobierno de la época). Lo que, sin duda, encaja y complementa con la campaña de falacias, manipulaciones y tergiversaciones que tuvieron protagonismo en vallas, cuñas y redes sociales en una bien aceitada campaña que se sabe de donde proviene.

Ya todo está dicho, solo resta el veredicto del elector mañana.

REDACCIÓN EDITORIAL

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