Reforma tributaria, ¿un mal necesario?

Si bien, productos de la canasta familiar como la carne, el pollo y el huevo quedarán exentos del valor agregado, no ocurrirá lo mismo con productos como gaseosas, cigarrillos, cilindros de gas, revistas, periódicos y dispositivos electrónicos, que no contaban con ese impuesto.

En una carrera contra el tiempo y bajo el desacuerdo de un sector mayoritario en el país, el Gobierno nacional presentó el pasado miércoles la reforma tributaria, medida con la que espera recaudar siete billones de pesos el año entrante. Son 311 artículos los que conforman el proyecto que deberá ser estudiado por el Congreso y que tendrá plazo hasta el próximo 16 de diciembre para aprobarlo.

Desde hace meses, distintos sectores políticos venían advirtiendo sobre el alza en los impuestos, y criticando duramente la posible reforma, al considerar que de tener el visto bueno golpea directamente el bolsillo de los colombianos.

El Centro Democrático, bajo su férrea oposición al Gobierno y al proceso de diálogos con las Farc, aprovechó el tema como estrategia de campaña, para invitar a sus seguidores a votar No en el pasado plebiscito, con el argumento de que, de ganar el Sí, la reforma tributaria pagaría supuestos sueldos a los guerrilleros que salieran del monte. Sin embargo, y aunque ello no está contemplado en el proyecto, éste fue presentado según el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, como un cambio en la estructura tributaria del país.

El aumento del 16 al 19% del IVA es quizá el punto más controversial de la reforma. Si bien productos de la canasta familiar como la carne, el pollo y el huevo quedarán exentos del valor agregado, no ocurrirá lo mismo con productos como gaseosas, cigarrillos, cilindros de gas, revistas, periódicos y dispositivos electrónicos, los cuales no contaban con ese impuesto.

Según los expertos de la Comisión Tributaria, el IVA dará la mayor parte del recaudo, calculado entre 8 y 14.9 billones de pesos. También se cobrará el impuesto de consumo de voz de los celulares y el impuesto al carbono, lo cual subirá el precio de los combustibles.

El resto de las aristas de la reforma la conforman el 4 por mil, medida que nació en el gobierno Pastrana como dos por mil, y que se suponía era temporal, pero que con la nueva reforma sigue en firme como un aporte de las grandes transacciones. Esto, le aseguraría al país casi cinco billones de pesos de recaudo y afectaría principalmente al sector financiero.

El impuesto de renta y la retención en la fuente también tendrán impacto negativo, sobre todo en el colombiano de clase media, que tiene un sueldo superior a los 2,7 millones de pesos. Es decir que quienes declaran pagarán más renta. El monotributo, impuesto nuevo y que según el Gobierno busca la formalización de pequeñas empresas como panaderías, peluquerías y minimercados, llega como una posibilidad para que quienes quieran hacerlo lo paguen voluntariamente en reemplazo de la renta y a cambio de algunos beneficios, como la afiliación al sistema de riesgos profesionales.

Lo cierto es que a pesar de las reacciones generadas y las distintas opiniones frente al tema de la reforma tributaria, el hueco fiscal que tiene el país no se puede tapar con billetes de Tío Rico, y aunque la reforma en su mayoría resulta siendo poco justa con el bolsillo de los colombianos, vale la pena analizar si es la única salida en el momento de crísis, y si es viable que cada colombiano ponga su granito de arena, teniendo en cuenta que Colombia tiene el IVA más bajo en comparación con otros países latinoamericanos.

Eso sí, que ningún candidato presidencial vuelva a prometer firmar sobre mármol que no subirá los impuestos, pues es poco probable que pueda cumplir la promesa.

REDACCIÓN EDITORIAL

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