La caleta de las Farc

Según Timochenko, la guerrilla posee más de 900 caletas en diferentes zonas selváticas del país, y hasta para ellos mismos ha sido complejo recordar y referenciar sus coordenadas.

El número de armas que hoy poseen las Farc sigue siendo un misterio. A pesar de que el Gobierno ha hablado de unas 14 mil que se entregarían a la ONU, hasta el momento ese organismo internacional solamente ha recibido unas 300, lo cual además de estar bastante lejos de las cuentas alegres del Ministro de Defensa, resulta siendo una cifra preocupante, sobre todo porque parte de ese armamento que aún no ha sido ni entregado, ni destruido, es peligroso e inestable como las tristemente recordadas minas antipersona.

Justamente la semana anterior se produjo por parte del Ejército, el hallazgo de una inmensa caleta con armamento perteneciente a las Farc, en zona rural de Puerto Leguízamo-Putumayo. Aquello encendió la polémica y el descontento de algunos sectores políticos, en especial de integrantes del Centro Democrático y del exprocurador Alejandro Ordóñez, quienes consideraron aquello como una falta grave y un engaño en el marco del proceso de paz.

Frente a las críticas suscitadas, representantes de la guerrilla consideraron el hallazgo como una violación de los protocolos de La Habana, pues según lo acordado, quienes deberían realizar esa labor son los representantes de la ONU y no el Ejército.

Aunque aquello pueda tener sentido según los acuerdos, teniendo en cuenta la imposibilidad de cumplir con el desarme dentro de los 180 días que fueron pactados, el hallazgo de la caleta no debería convertirse en motivo de roce, ni de polémicas innecesarias, sino una “contribución” a un proceso que ha sido demorado, lleno de dificultades y que está lejos de cumplirse según los tiempos establecidos.

Según Timochenko, la guerrilla posee más de 900 caletas en diferentes zonas selváticas del país, y hasta para ellos mismos ha sido complejo recordar y referenciar sus coordenadas.

Cualquier eventualidad similar a la del hallazgo de dicho armamento, puede poner en peligro la confianza y la estabilidad del proceso, que como era de esperarse no iba a ser fácil, ni cuestión de días y meses. Aquí lo que hay que decir es que es sumamente necesario que los representantes de la ONU conozcan en el menor tiempo posible y con puntos y señales, la ubicación de las mismas en su totalidad, para que en efecto sean ellos quienes, según lo establecido, puedan ejecutar lo pactado sin dar lugar a las especulaciones, ni a la desconfianza, ni mucho menos al oportunismo de muchos, ya sean políticos detractores del proceso, guerrilleros disidentes, o simples guaqueros quienes buscarían sacar provecho pescando en río revuelto.

REDACCIÓN EDITORIAL

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