El odio y la irresponsabilidad en medio de la tragedia del Andino

Por ahora, solo resta esperar los resultados de las investigaciones, y exigir resultados prontamente, pero también insistir que la lucha contra el terrorismo no termina, y más ahora, cuando posiblemente a algunos no les interesa el fin de la guerra, cualquiera que sea su origen.

Horas de terror vivieron la noche del sábado los visitantes del centro comercial Andino, en Bogotá. Mientras que cientos de familias aprovechaban el inicio del puente festivo para ir de compras ad portas de la celebración del Día del Padre, un artefacto explosivo puesto en un baño acabó con la vida de tres mujeres, entre ellas una joven francesa que había venido a Colombia para desarrollar un voluntariado. Sin duda alguna, es un acto repudiable que hoy enluta no solo a los bogotanos, sino también al país entero y a una familia extranjera.

Hasta el momento, tres hipótesis manejan las autoridades acerca de los posibles responsables del atentado. La primera de ellas tiene que ver con el llamado ‘Clan Úsuga’, que ha anunciado a través de panfletos su intención de llevar a la capital del país su accionar criminal. La segunda, señala a grupos radicales como el denominado Movimiento Revolucionario del Pueblo, antiguos aliados del ELN, pero también a grupos de extrema derecha, y quienes, al igual que los disidentes del grupo guerrillero, buscarían desestabilizar los procesos de paz en curso.

Por último, se ha relacionado directamente al ELN, por algunos actores políticos, en especial partidarios del uribismo, quienes con la intención de atacar al Gobierno y a los diálogos que adelantan con esa guerrilla, no dudaron en responsabilizarlos. Ninguna de dichas versiones ha sido confirmada hasta el momento, pero la del ELN sí fue negada. Aquello cobra valor si se tiene en cuenta que los actos cometidos por ese grupo tienen la particularidad de que siempre han sido descaradamente reconocidos.

Tristemente en lo sucedido, en lugar de convertirse en motivo de unidad y solidaridad por los colombianos, y en especial de los líderes de opinión del país, el odio y el afán de aprovechar políticamente la tragedia para culpar a unos o a otros se apoderaron de la situación. Congresistas del Centro Democrático, al igual que Marta Lucía Ramírez, se pegaron de lo sucedido para atacar al Gobierno nacional por la supuesta falta de autoridad.

Quizá con ligereza y falta de mesura, los periodistas Gustavo Bolívar, Gonzalo Guillén, Salud Hernández y Ricardo Puentes Melo señalaron prontamente culpables a través de Twitter y sin tener prueba alguna. Hernández culpó al ELN, Bolívar y Guillén al uribismo, y Puentes Melo tuvo la osadía de sugerir que la joven francesa muerta tenía algo que ver con el atentado, según él, porque trabajaba en una ONG y recién había llegado de conocer Cuba. ¡Cuánta irresponsabilidad!

Por ahora, solo resta esperar los resultados de las investigaciones, y exigir resultados prontamente, pero también insistir que la lucha contra el terrorismo no termina, y más ahora, cuando posiblemente a algunos no les interesa el fin de la guerra, cualquiera que sea su origen.

REDACCIÓN EDITORIAL

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