Venezuela, entre el limbo y la desesperación

No obstante y pese a lo ocurrido, los oídos sordos del autoproclamado hijo de Chávez no atendieron el mensaje, ni el llamado de millones de personas en el mundo, y respondieron con represión.

Según la oposición venezolana, más de siete millones de personas votaron en la consulta popular impulsada por la Mesa de la Unidad Democrática a través de la Asamblea Nacional, el pasado domingo. Con el plus de la “liberación” de Leopoldo López, una gran cantidad de venezolanos en diferentes países del mundo, así como en la misma Venezuela, acudieron a las urnas para rechazar principalmente la celebración de una Asamblea Nacional Constituyente por el gobierno de Nicolás Maduro, exigir a las fuerzas militares cumplir con su deber basado en la Constitución de 1999, y pedir la renovación de poderes públicos coartados por el oficialismo, así como el llamamiento democrático a elecciones presidenciales.

A pesar de la gran afluencia de votantes y la victoria del Sí promovido por el movimiento opositor, como era de esperarse la consulta, pese a estar amparada en el artículo 350 de la Constitución actual y legitimada por el máximo órgano legislativo de Venezuela, la Asamblea Nacional, no tiene carácter vinculante, pues no fue reglamentada por el Consejo Nacional Electoral y desde el anuncio de su ejecución fue desestimada por el oficialismo. Al tiempo que muchos venezolanos manifestaban su inconformismo a través de su voto, el gobierno Maduro, en aras de provocar y desviar la atención y el pulso, llevó a cabo un supuesto simulacro para las elecciones de la Constituyente por desarrollar el próximo 30 de julio.

Si bien esta jornada de consulta infortunadamente no tendrá efecto legal alguno, sí marca un precedente simbólico y envía un importante mensaje a Maduro y al mundo. A raíz de ello, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con imponer drásticas sanciones económicas a ese país, de llevarse a cabo la elección de reforma constitucional que impulsa Maduro con el fin de atornillarse en el poder durante mucho más tiempo. De la misma forma la OEA, la ONU y una buena parte de la comunidad internacional como la Unión Europea, Estados Unidos, Alemania, Canadá, España, México y Colombia, entre otros países mostraron su respaldo a la consulta y propusieron detener la Constituyente.

No obstante y pese a lo ocurrido, los oídos sordos del autoproclamado hijo de Chávez no atendieron el mensaje, ni el llamado de millones de personas en el mundo, y respondieron con represión, pues algunos encapuchados acudieron a los puestos de votación en Caracas, robaron algunos cuadernillos firmados y provocaron el caos que dejó como saldo la muerte de una persona.

Hoy nada parece importar a Maduro, quien en una nube de poder y con aire de redentor de su patria, está enfocado en vencer o morir a fin de defender la supuesta revolución bolivariana, aquella que en sus manos ha manchado el nombre de su antecesor y de quienes algún día creyeron en él.

REDACCIÓN EDITORIAL

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