Farc en la arena política

Hoy, los partidos tradicionales pierden fuerza porque la rampante corrupción se ha apoderado de casi todos, y aquello se evidencia en que la mayoría de precandidatos presidenciales han abandonado sus toldas partidistas para buscar la candidatura a través de las firmas.

Mientras que los partidos políticos en Colombia parecieran estar en una inminente crisis, los excombatientes de las Farc celebrarán con concierto incluido, la conformación del suyo, luego de deponer sus armas. La transición a la legalidad y especialmente al mundillo político del país, va cogiendo camino a pesar de las dificultades, obstáculos y los duros reparos de quienes aún no conciben que aquello ocurra.

Es entendible que eso pase, pues a pesar de los anhelos de paz y reconciliación de los colombianos, a un gran sector del país le cuesta olvidar el pasado oscuro de la guerrilla, y pasarán muchos años para que eso suceda. Las pescas milagrosas, los secuestros, las tomas guerrilleras, entre otras acciones delictivas, se han instalado con fuerza en la memoria de muchos y eso es algo totalmente respetable, y entendible, sobre todo en las víctimas. No obstante, esa resistencia a las Farc, y promovida por los sectores políticos de derecha como el liderado por Álvaro Uribe, han mantenido y aumentado la polarización que no contribuye a la paz que tanto hemos buscado.

La polémica de la lista de bienes de las Farc, presentada por el Fiscal General como unos simples utensilios de cocina y trastes viejos, ayudó a que la poca confianza que tienen algunos en el proceso, y en la palabra de las Farc, se viera más en tela de juicio, a pesar del efectivo, los terrenos, ganado, vehículos, y lingotes de oro, que sumaron alrededor de un billón de pesos. Aunque nadie pueda garantizar que aquello haya sido todo lo que poseían, sí forma parte de una importante reserva, nunca antes entregada por nadie, ni siquiera por las AUC cuando se desmovilizaron, y evidencia lo fructífero que fue para la guerrilla, su accionar a lo largo de 50 años.

Hoy, los partidos tradicionales pierden fuerza porque la rampante corrupción se ha apoderado de casi todos, y aquello se evidencia en que la mayoría de precandidatos presidenciales han abandonado sus toldas partidistas para buscar la candidatura a través de las firmas, incluso el poderoso Germán Vargas Lleras. No obstante, las Farc siguen remando y aunque probablemente sean pocos los colombianos que algún día quieran endosarles algún voto, mucho menos con el desprestigio de ser político, debemos empezarlos a ver como seres humanos, pues la guerra nos deshumanizó a todos. Quedaríamos ciegos según Ghandi, si en lugar de superar los odios y las diferencias, cobráramos ojo por ojo, no solo con las Farc, sino con los demás políticos del país.

REDACCIÓN EDITORIAL

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