Lo que dejó Francisco

No cabe duda de que los colombianos tenían hambre y sed espiritual y el paso del máximo jerarca de la iglesia Católica, los llenó de sobra con su elocuencia, sabiduría y humildad. Ojalá el mensaje dure y no se quede en frases bonitas que van al baúl de los recuerdos.

El diablo entra por el bolsillo”. Así habló el Papa Francisco para referirse a la esclavitud que pareciera vivir el ser humano por causa del dinero. Según el sumo pontífice y quien concluyó su visita a Colombia con gran aceptación y cariño por parte de millones de personas, el amor a las riquezas corrompe y tuerce de alguna manera, la integridad y la conducta de quien las busca con desespero.

Como ese fueron varios los mensajes, algunos más claros y otros más entre líneas que dejó el Papa, los cuales calaron en el corazón y la memoria de una gran cantidad de fieles e incluso de quienes no practican el catolicismo o son agnósticos, pues muchos de ellos resaltaron y valoraron la humildad de Francisco como líder y faro espiritual en este camino de la vida que a diario pareciera ser más oscuro.

No hubo un solo tema que no se le escapara al sumo pontífice. Los múltiples llamados a la reconciliación y al perdón, se unieron a las palabras fuertes que adornadas con un toque de sapiencia y cercanía fueron bien recibidas.

“No se dejen quitar la paz por la cizaña” manifestó y muy seguramente fueron muchos quienes sintieron el jalón de orejas, pues al hablar de paz, no solamente el Papa se refería a la paz de Colombia firmada con las guerrillas, sino también a esa paz interior y con los demás que toca a todos los colombianos y que suele perderse por culpa de los rumores, los chismes, y las malas intenciones.

El mensaje a los jóvenes quizás fue el más admirado y sentido por parte de Francisco. Ese papel de abuelo sabio y bonachón cayó muy bien en las nuevas generaciones que a pesar del distanciamiento con los asuntos de la iglesia, recibieron con ánimo los llamados a soñar, a pensar y a vivir con alegría. Los discursos de Francisco no fueron ajenos al principal flagelo que vive Colombia como lo es la corrupción, y en ese sentido aprovechó para referirse a quienes se apropian de lo que es del pueblo y para bienestar de todos.

No podía irse de nuestro país sin referirse a la Iglesia y a sus representantes, a quienes invitó a abrirles la puerta a todas las personas sin distinción alguna y con mayor ímpetu a los pobres, a los sufridos y a los más vulnerables. “La iglesia no es una aduana”, argumentó Francisco, quien con su visita histórica, logró cambiar la agenda mediática del país al menos por unos días, e incluso los discursos de muchos, quienes en redes sociales dejaron ver su lado más amable a diferencia de lo que muestran siempre.

No cabe duda de que los colombianos tenían hambre y sed espiritual y el paso del máximo jerarca de la iglesia Católica, los llenó de sobra con su elocuencia, sabiduría y humildad. Ojalá el mensaje dure y no se quede en frases bonitas que van al baúl de los recuerdos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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