UT, un año después de Mejía

Desde luego que aún falta mucho más, pues la UT necesita de nuevos recursos, así como de una buena administración de los mismos, pero más que de ello, también necesita que la gente vuelva a creer en su Universidad.

La Universidad del Tolima sigue remando contra las tormentas. No obstante, y por fortuna para los miles de jóvenes que estudian allí, y otros tantos que luchan por adquirir un cupo en la única universidad pública del departamento, el llamado proceso de transición en medio de la crisis financiera avanza de manera positiva.

El pasado martes Ómar Mejía, quien cumplió un año al frente de la rectoría del alma mater luego del descalabro de la pasada administración, fue posesionado nuevamente para un segundo periodo de 12 meses, gracias al aval del Consejo Superior, quien en mayoría lo habilitó para continuar con su trabajo.

Mejía, en rueda de prensa presentó un balance de lo que ha sido su gestión, caracterizada por la puesta en marcha de una profunda reforma académico-administrativa, consensuada con los diferentes estamentos de la universidad y necesaria luego de un estudio técnico realizado por la Universidad del Valle, que sugirió la supresión de diferentes cargos administrativos con los que contaba la UT, y los cuales se llevaban una buena parte de los recursos sin mayor justificación.

Quizás lo más importante y aunque con ello no se quiera decir que la crisis pasó, es justamente que las decisiones tomadas llevaron a una disminución de 12 mil millones de pesos en gastos de funcionamiento. El retiro de 100 cargos directivos y 58 transitorios, así como la implementación de políticas de austeridad contundentes, permitieron también que el déficit de la UT, se redujera en un 37%, lo cual representa un avance considerable en medio del difícil panorama.

Lo otro que hay que resaltar es que, a nivel académico, la UT a pesar de las adversidades, no ha bajado la guardia, pues de 8 programas acreditados como de alta calidad, se llegó a 13, lo cual indica que, pese a los problemas, el compromiso del estamento profesoral ha sido incondicional.

Sumado a ello, una de las propuestas que serán puestas a consideración al Consejo Superior luego de hacer su curso en el Académico, es la unión de algunas facultades que estaban independientes y aisladas de otras afines, lo cual, de darse, permitiría el fortalecimiento de las mismas, y la reducción de procesos burocráticos y de estancamiento académico.

Desde luego que aún falta mucho más, pues la UT necesita de nuevos recursos, así como de una buena administración de los mismos, pero más que de ello, también necesita que la gente vuelva a creer en su universidad, y eso incluye a esos personajes que al interior del alma mater, no han hecho más que cacarear porque les tocaron algún beneficio sindical o porque venían acostumbrados a hacer y deshacer sin que nadie les dijera nada, como ocurría en la Facultad de Educación, la cual ofertaba una maestría con las mismas materias de un diplomado, y a donde el decano daba clase y al parecer devengaba doble salario.

Por ahora la lucha continúa y ojalá en un año el panorama sea aún mucho mejor.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios