Entre polvos blancos

Parte de lo que esperaríamos de un debate serio ad portas de elecciones son precisamente propuestas aterrizadas y concretas, y no mensajes que pudieran no solo generar paranoia en los electores, sino también estigmatizaciones, que afectan negativamente a esa industria, que bien o mal, genera desarrollo empresarial y bastante empleo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en repetidas ocasiones ha sido enfática en alertar sobre las consecuencias nocivas del consumo de azúcar. Diversos estudios han asegurado que las bebidas azucaradas, golosinas, dulces, gaseosas, entre otro tipo de productos similares, producen enfermedades graves como la diabetes y la obesidad, y suelen desencadenar otro tipo de dolencias como tensión alta e infartos.

No obstante, el comparar el azúcar con la cocaína, como hiciera recientemente un candidato a la Cámara de Representantes por el Valle, región netamente azucarera, no deja de ser una exageración con el objetivo claro de conseguir votos, pues pese a que el masivo consumo de azúcar como lo dice la OMS resulta ser el causante de múltiples enfermedades que igualmente desencadena en la muerte, la cocaína lo es aún mucho más, y aquello también ha sido ampliamente difundido no solo por la OMS, sino por diferentes investigaciones, y por el simple hecho de que sea ilegal y la causante de medio millón de muertos anuales en el mundo.

Eli Shainer, candidato inmerso en el tema, luego de la polémica presentada a causa de su campaña, reiteró que su intención era generar un llamado a la sociedad valluna, acerca del modelo económico de ese departamento, centrado únicamente en la industria azucarera y la cual habría que replantear según su postura.

Sin embargo, y aunque pudiera tener algo de razón, el monopolio de la industria azucarera, el cual ha sido criticado por diferentes organizaciones sociales, por supuestos abusos con sus trabajadores y el medio ambiente, resulta muy extremo comparar el azúcar, un producto de la canasta familiar, y ponerlo por debajo de algo como la cocaína, la cual le ha hecho daño históricamente al país a través de las luchas de carteles en los 80 y 90, y la guerra por el microtráfico que se vive hoy en día.

Parte de lo que esperaríamos de un debate serio ad portas de elecciones son precisamente propuestas aterrizadas y concretas, y no mensajes que pudieran no solo generar paranoia en los electores, sino también estigmatizaciones, que afectan negativamente a esa industria, que bien o mal, genera desarrollo empresarial y bastante empleo.

Aquí lo que habría que revisar y reiterar las veces que sean necesarias, son los peligros del alto consumo del azúcar, con conceptos y cifras reales, las cuales existen sin necesidad de exagerar una realidad, y desconociendo u ocultando, enfermedades letales a causa de la adicción a un alucinógeno como la cocaína tales como accidentes cerebrovasculares, paros cardiorrespiratorios, euforia, esquizofrenia, entre miles de males.

REDACCIÓN EDITORIAL

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