El polígrafo de Ordóñez

El día de la quema se verá el humo, y no precisamente el de los libros “prohibidos” quemados por Alejandro cuando estaba más pollo (no tanto como Duque) a quien pareciera también cerrársele las posibilidades con una rival de peso como Marta Lucía.

Hace nueve años la figura de Alejandro Ordóñez era la de un destacado abogado, conservador y recto en los cargos que había ejercido. En dicho tiempo, venía de haber sido profesor universitario, concejal de Bucaramanga, así como también Presidente del Consejo de Estado, desde donde logró proyectarse al importante cargo en el que permaneció hasta 2016, fecha en la que justamente ese tribunal decidiera anular su reelección por conflicto de intereses por la forma como se había hecho elegir por segunda vez.

No obstante, después de su paso por la Procuraduría, y en donde logró concentrar gran poder político y burocrático, decidió finalmente ser candidato presidencial por medio de la recolección de firmas, y ha sido desde allí, que ha venido radicalizando aún mucho más sus posturas.

Hoy, Ordóñez no solo carga con el lastre de haber aprovechado la Procuraduría para arremeter contra rivales políticos como Gustavo Petro, a quien inhabilitó cuando fue Alcalde de Bogotá y a la excongresista Piedad Córdoba, a quien el tiempo terminó poniéndola nuevamente en carrera. También, tiene en su espalda un pasado que pareciera estar muy presente en su vida, y es ese que habla de sus épocas de seminarista y de posturas extremadamente católicas que resultan discriminatorias en un país laico.

Por estos días, en plena campaña presidencial y en la que el exprocurador se medirá en una consulta con “el que dijo Uribe” y su copartidaria Marta Lucía Ramírez, las cosas parecieran no serle muy favorables, pues justamente aquellos postulados extremos, parecen que vienen alejando a personas que incluso pudieran estar de acuerdo con algunos principios representados por él, sobre todo aquellos que tienen que ver con la defensa de la familia y las buenas costumbres.

Además, nada tiene de positivo vivir generando rencillas, provocando agresiones a través de redes sociales y, mucho menos, utilizar el nombre de Dios para obtener votos. El pasado domingo, Ordóñez en su afán de subir en las encuestas de la coalición de centro derecha, que él mismo ha desmeritado porque va de último, decidió medírsele a un polígrafo, interrogado por uno de sus asesores y, como era de esperarse, los resultados salieron de maravilla y provocaron más risas que confianza, pues el exprocurador negó hasta el cansancio haber mentido alguna vez en la vida, o haber sentido celos por alguien, así como también haberse beneficiado económicamente cuando fue procurador.

El día de la quema se verá el humo, y no precisamente el de los libros “prohibidos” quemados por Alejandro cuando estaba más pollo (no tanto como Duque) a quien pareciera también cerrársele las posibilidades con una rival de peso como Marta Lucía.

REDACCIÓN EDITORIAL

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