La caída de Lula

A ello habría que sumarle también el caso Odebrecht, en donde supuestamente Lula recibió en sobornos 13 millones de Reales, aquello para completar la caída de quien, al día de hoy, sigue ostentando la imagen del presidente más popular del país carioca en su historia reciente.

Dice un dicho que se pueden hacer cien cosas buenas y una mala, y la gente recordará más la mala que el centenar. Aunque eso en política no siempre se cumpla, aquello pareció pasarle al expresidente de Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, recordado hasta hace poco únicamente por sus ocho años de buen gobierno, y en donde logró sacar de la pobreza a millones de brasileros, cosa que incluso lo tenía listo para volver a gobernar en el mes de octubre con amplio margen de favorabilidad.

Sin embargo, como las cosas buenas no son eternas, y el poder y el dinero corrompen a los débiles de mente y corazón, según la justicia brasilera, Lula, se dejó contagiar de aquel mal que parece una plaga que se extiende por el mundo, y que ha tumbado recientemente candidaturas presidenciales, congresistas, e incluso presidentes como el peruano y su misma sucesora Dilma Rousseff: la corrupción.

Al carismático Lula, y quien hizo carrera con el fin de defender a los pobres y a los trabajadores, lo hallaron culpable por ese delito y por lavado de dinero, acusándosele de haber recibido un lujoso apartamento en la atractiva Isla Guarujá, de parte de la constructora OAS, en agradecimiento a la gestión de contratos con Petrobrás, así como también de haber comprado una serie de propiedades, terrenos y fincas, con dineros mal habidos. A ello habría que sumarle también el caso Odebrecht, en donde supuestamente Lula recibió en sobornos 13 millones de Reales, aquello para completar la caída de quien, al día de hoy, sigue ostentando la imagen del presidente más popular del país carioca en su historia reciente.

Entre los logros de Lula, además de haberle devuelto la esperanza a millones de brasileros de las clases populares, reduciendo la miseria y el desempleo, logró liquidar de manera anticipada la deuda con el Fondo Monetario Internacional. En políticas educativas, disminuyó la población no escolarizada en todos los niveles de 39 a 18%, así como también fue el responsable del cambio de vida de cientos de jóvenes de las favelas que vivían en medio de las drogas.

Pese a todo eso, y al cariño despertado en el 80% de brasileros que luego de su salida, lo dejaron con ese índice de popularidad, hoy Lula pasó de héroe a villano, y enfrenta una condena de nueve años.

La gran lección de todo esto, no solo para los brasileros, sino incluso para los colombianos, es que, en política no todo vale, ni el fin justifica los medios. La popularidad, el afecto, el cariño, e incluso la buena gestión gubernamental, jamas deberán ser canjeables; ni los delitos, por inofensivos que parezcan, jamás deberán ser reducidos a un “perdonen a Fulano o a Zutano porque quiere a la patria”.

Pepe Mujica, es el vivo testimonio de que se puede bien gobernar, y salir intacto, y transparente, sin tocar un peso público, y está lejos el día que haya alguien que pueda igualarlo.

REDACCIÓN EDITORIAL

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