Nada más que la verdad

Defendamos la verdad, siempre, aunque la misma comprometa al amigo, al vecino, al tío. La verdad nos hará libres.

En tiempos de engaño global, decir la verdad es un acto revolucionario. Aquella frase atribuida al escritor y periodista George Orwell, traduce perfectamente lo significativo que resulta en el mundo, concebir la verdad como una virtud suprema y valiosa, que no es inherente a todas las personas, y menos en estos tiempos.

Por la verdad murió Jesucristo, dice otro dicho, y en Colombia y en el mundo, han muerto decenas de personas, principalmente ligadas al periodismo, profesión que necesariamente debe rodearse de verdad, y de gente que sea fiel a ella, y a la veracidad que debe caracterizar una noticia o una información. Incluso, una opinión debe ser sustentada en argumentos reales, y presentarse con la verdad y nada más que la verdad, aunque eso moleste e incomode a muchos.

El caso de los periodistas ecuatorianos asesinados recientemente, así como también de la comunicadora Karla Turcios en El Salvador; evidencian el grave peligro al que periodistas y medios de comunicación nos enfrentamos a diario. Según el informe anual de Reporteros Sin Fronteras, en el 2017, 53 colegas fueron asesinados en el mundo, y un millar de amenazas llegaron con el fin de amedrentar o buscar la autocensura que algunos suelen aplicar cuando el peligro es más que inminente.

En Colombia, casos emblemáticos como el de Guillermo Cano, Orlando Sierra, Jaime Garzón, entre otros, son la muestra de que aquí, oficiar el periodismo crítico, serio y auténtico, es enfrentarse a los miles de peligros que eso conlleva. Hollman Morris en sus tiempos de investigador del conflicto, columnistas y caricaturistas como Matador, quien recientemente abandonara las redes sociales por cuenta de unas amenazas, han sufrido viles ataques por motivo de su labor en el campo de la comunicación, y pese a ello siguen contribuyendo con esa búsqueda, que en el periodismo no debe tener ideología o color de partidos políticos.

Curiosamente, aquellos que trabajan por contar las cosas como son, y opinar basados en unos hechos concretos y reales, según su perspectiva, escasean, porque es lo más difícil, y porque en el periodismo también hay quienes suelen mentir y vivir del engaño. La mentira, la calumnia, y la difamación también han hecho carrera en Colombia, e incluso desde micrófonos y columnas, algunos suelen envenenar con falacias, mientras defienden otros intereses.

Aún así, pelear por la verdad, y la honestidad, es algo que no solo debiera esperarse de un periodista o un medio de comunicación comprometido, sino de alguien formado y educado con unos principios básicos de ética, autorregulación y respeto. La vida cotidiana está llena de mentiras, engaños, y apariencias, y paradójicamente en el caso de los medios de comunicación, hay quienes se molestan y se indignan porque X o Y portal, medio, o periodista, publicó una noticia bochornosa que los compromete, en lugar de sentir vergüenza y rabia consigo mismo por ser protagonista de la misma.

REDACCIÓN EDITORIAL

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