Gracias Egan por enseñarnos que sí se puede

Seguramente pasarán pocos años para ver a tres colombianos en el podio del Tour de Francia y de las otras dos competencias más importantes; porque Egan Bernal nos demostró que sí se puede y que conquistar los sueños, es sólo cuestión de pocos años, disciplina, valores y mucho esfuerzo.

Ayúdenme a hacer estas metas realidad y así hacer que nuestro país sea más conocido por cosas buenas como esta”. La frase fue publicada en el muro de Facebook del hoy flamante campeón del Tour de Francia, Egan Bernal, en agosto del año 2014; es decir, hace apenas cinco años. Pedía ayuda para poder viajar a Noruega a correr el Mundial de Ciclomontañismo.

En esa disciplina empezó en su natal Zipaquirá, un bello municipio de la Sabana cundinamarquesa, ubicado a una hora de Bogotá; famoso hasta hoy, por la Catedral de Sal y porque allí estudió en su infancia el Nobel García Márquez.

Egan realmente nació en la San Pedro Claver de Bogotá, hace 22 años. Todo porque ese día doña Flor Gómez y don Germán Bernal, sus padres no encontraron abierto el hospital local y debieron viajar en un taxi hasta la capital colombiana en medio del fuerte dolor del que sólo saben las madres cuando van a dar a luz.

A los 5 años aprendió a montar en bicicleta, en la misma amarilla y pesada donde aprendieron sus primos; a los 9 años ganó su primera carrera, organizada por el Instituto del Deporte de Zipaquirá. Ese día dijo que iba a ser ciclista y ahí se quedó.

Los momentos de esa gesta, aplazada por décadas para el ciclismo latinoamericano y que parecía sólo privilegio de los europeos, quedaron en las imágenes imborrables tras el grito de campeón. El niño ciclista llorando en Zipaquirá al ver a su ídolo ganar; el abrazo eterno de Egan con su hermano Ronald, con su madre Flor y su novia Xiomara luego de recorrer miles de kilómetros para llegar vestido de amarillo a París; la narración emocionada y por momentos entrecortada de la ‘Goga’ y Mario Sábato, el saludo de las otras glorias del ciclismo colombiano y las lágrimas del propio campeón. Esas postales jamás se le olvidarán al mundo; pero especialmente a los colombianos.

La bendición de la señora Flor a su hijo, el campeón del Tour de Francia, la carrera por etapas más exigente del planeta es el símbolo de un joven maravilla obediente, respetuoso, formado con valores, con metas claras en la vida, hoy en la élite del ciclismo mundial.

Seguramente pasarán pocos años para ver a tres colombianos en el podio del Tour de Francia y de las otras dos competencias más importantes; porque Egan Bernal nos demostró que sí se puede y que conquistar los sueños, es sólo cuestión de pocos años, disciplina, valores y mucho esfuerzo.

REDACCIÓN EDITORIAL

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