El asunto es de supervivencia

Poco a poco se le pone la vida a mordiscos a Maduro, quien el pasado sábado fuera alertado por un supuesto ataque con dron, atribuido por el grupo rebelde “Franela”; pero principalmente al venezolano de a pie, que, aún contando con estudios y títulos universitarios, ha tenido que rebuscarse la plata de la comida.

No había hecho falta que Nicolás Maduro reconociera el fracaso de su política económica. En los últimos dos años, el mundo ha podido ver con sus propios ojos, la miseria en la que desafortunadamente ha caído el país hermano, y la cual ha obligado a que miles de venezolanos busquen refugio en diferentes lugares del continente.

No obstante, el presidente venezolano, quien se adueñó del país por medio de unas elecciones ilegítimas, y de todo el poder jurisdiccional a través de una Asamblea Constituyente, la semana anterior aceptó su culpabilidad en la crisis económica, que tiene en jaque no solo al sector comercial y financiero, sino que ha desatado una gran tragedia social y política, con centenares de muertos por represión, y exiliados.

Pese a la gran riqueza venezolana en recursos, y la bonanza en la década de los 90, que incluso animó a cientos de colombianos a buscar mejor futuro en esas tierras, la llegada del mal llamado “socialismo del siglo XXI” impulsado por el desaparecido Hugo Chávez, pero principalmente, debido a la ineficiencia, falta de inteligencia, y cordura de Maduro, Venezuela ha alcanzado niveles históricos de pobreza y atraso. Según el Fondo Monetario Internacional, para este 2018, se espera que la economía venezolana alcance un 1.000.000 % en inflación, siendo ello, una cifra super escandalosa, y difícil de superar.

De nada han servido las pobres medidas tomadas por Maduro, tales como la supresión de dos ceros más al Bolívar, los racionamientos, entre otras, pues actualmente y aunque parezca difícil de creer, un venezolano se gana al mes 1.5 de dólar, dinero equivalente al valor de un kilo de pollo (si es que encuentran dónde comprarlo). La caída del precio del petróleo, el cual representa el 96% de los ingresos públicos también hace su aporte, sombrío panorama, al que todavía le falta tocar fondo.

Cerca de 1.6 millones de venezolanos, emigraron de su país desde la debacle en 2016, y así como van las cosas, el número seguirá creciendo, pues no hay mucho que se pueda hacer, salvo reformas profundas, liberación de la economía, libre mercado e inversión extranjera, cosa que no llegará con Maduro de presidente, quien fracasó rotundamente, así como el modelo heredado de su antecesor Chávez, quien enemistó a Venezuela no solo con Estados Unidos, sino con el sector privado venezolano, que hoy en día, lamenta la crisis desde la comodidad del país del tío Sam.

Poco a poco se le pone la vida a mordiscos a Maduro, quien el pasado sábado fuera alertado por un supuesto ataque con dron, atribuido por el grupo rebelde “Franela”; pero principalmente al venezolano de a pie, que, aún contando con estudios y títulos universitarios, ha tenido que rebuscarse la plata de la comida, haciendo empanadas, arepas, y hallacas, ya que como dijera el saliente presidente Santos, de todo eso, menos maduro, porque el maduro por estos días no sirve para nada.

Por estos días se ha vuelto normal ver decenas de venezolanos a pie por la variante de Ibagué en condiciones inhumanas, rumbo a ciudades como Armenia, Cali, entre otras, en busca de algo futuro. Ojalá algunos solidarios salieran a brindar algo de agua, alimento, medicamentos, entre otros.

REDACCIÓN EDITORIAL

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