Un año de la visita del Papa

La venganza, la polarización, y el aumento de los odios, acaban protagonizando dolorosos episodios, como una cadena de infortunios que parecieran no tener fin.

Hace un par de semanas se cumplieron 365 días de la visita del Papa Francisco a territorio colombiano. Exactamente hace un año, el máximo jerarca de la iglesia Católica, estuvo en nuestro país, con el fin de apoyar con su presencia, el proceso de paz llevado a cabo con las Farc; pero también para dejar múltiples enseñanzas, que hoy parecieran haber quedado en el olvido, o en la memoria de unos pocos.

Mensajes como el perdón, la reconciliación, y la búsqueda de la verdad, hicieron parte de su discurso, pero muchas cosas más, que, entre líneas, Francisco puso a disposición de los colombianos, como una radiografía exacta de lo que estaba ocurriendo. El Papa en las homilías y encuentros con la gente que se acercó a saludarlo y oírlo, habló de escuchar a los más pobres, de brindarle la mano a los más necesitados, protagonistas de grandes inequidades sociales, entre muchas otras cosas. Desafortunadamente, Colombia sigue ocupando el deshonroso segundo puesto de América Latina como país más desigual, y pareciéramos estar lejos de superarlo.

La drogadicción, la prostitución, los abusos contra los niños, también hicieron parte de lo hablado por el Papa hace un año, y hoy seguimos lidiando con todo ello, y muy seguramente lo seguiremos haciendo durante muchos años más. La verdad fue uno de los pilares fundamentales de los discursos del Papa, y aquello giró en torno a lo ocurrido durante el conflicto armado en Colombia, que debería ser la razón de ser de aquellas audiencias de justicia, bien sea a través de la JEP, o de los muchos foros y entrevistas que brindan quienes participaron en la absurda guerra, como si nada de ello hubiera ocurrido.

Los menores reclutados por esos actores violentos, las mujeres abusadas, como aquellas madres, hermanas e hijas que fueron maltratadas y violadas por guerrilleros y altos mandos, pero también las muchas atrocidades que aún no son contadas, hacen parte de esas cosas que los colombianos debemos hacerle frente. La verdad como valor supremo, según el Santo Padre, es el único camino para la verdadera reconciliación y el perdón, pero aquí, termina ocurriendo lo contrario. La venganza, la polarización, y el aumento de los odios, acaban protagonizando dolorosos episodios, como una cadena de infortunios que parecieran no tener fin.

Los jóvenes en las drogas y sin un futuro prominente también fueron recordados por Francisco, y así como los niños violados y maltratados sin razón, de ellos sí que menos debemos olvidarnos. Las tinieblas que amenazan la vida son los sueños rotos de un muchacho que no puede por sí mismo salir de la pobreza, de las inequidades y la falta de oportunidades, y es a ello, a lo que tenemos que apostarle con todas nuestras fuerzas y recursos.

Llegó el momento de que Colombia, empiece a cumplirle al Papa, con todo aquello.

REDACCIÓN EDITORIAL

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