La mano arrasadora del hombre

Que Dios nos coja confesados, y especialmente al gerente de EPM, quien pareciera ser el único paganini de una situación, que posiblemente ni él mismo generó.

La importancia y envergadura del proyecto Hidroituango no ha estado en discusión, luego de la crisis que se originara en mayo del año pasado, y que ha afectado de manera directa a poblaciones de cuatro departamentos.

Los deslizamientos y la remoción de tierra, así como la falta de información concreta frente al tema, hicieron que, de lo ocurrido, se generara toda una bola de 'rumorología', que apenas se ha ido aclarando, desafortunadamente con argumentos poco esperanzadores, manifestados a través de sucesos lamentables, como el ocurrido con el río Cauca, el cual se seca, bajando sustancialmente su caudal.

El cierre de la última compuerta, como parte del protocolo para evitar la tragedia, traducida en una gran ola al estilo tsunami, redujo en un 80% del caudal del segundo río más importante del país, y con ello se ha ocasionado toda una tragedia ambiental, que hoy inquieta, atemoriza, y deja serias dificultades ambientales y sociales. Más de 40 mil peces han muerto desde entonces, sin olvidar los centenares de familias que han tenido que abandonar sus casas desde el año pasado, en municipios como Valdivia, Ituango y Tarazá.

Lo ocurrido, crisis, que pensaba ya se había surtido, deja inmensas reflexiones, sobre la responsabilidad de la “mano del hombre” en proyectos naturales ambientales, y aunque en el caso de Hidroituango, la represa cumple una importante función, vienen a estos tiempos, los cuestionamientos, las fallas que pudieron haberse evitado, y los análisis desde el punto de vista económico: naturaleza vs. rentabilidad.

Hoy, una discusión similar pareciera estar a punto de generarse en Piedras, Tolima, en donde algunos estarían desde hace más de 10 años represando las aguas del río Opia, con el fin de direccionarlo a tres predios privados.

Según Cortolima, la construcción de un muro que sirve como compuerta, fue autorizada años atrás, por el desparecido Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables (Inderena), y más allá de revisar que no se haya excedido el muro autorizado en altura, pareciera no haber más por hacer.

No puede ser posible que ese tipo de sucesos en contra de la naturaleza se sigan presentando, por cuenta de la mano destructora del hombre, que responde a intereses meramente económicos y privados, pasando por encima de la madre tierra, y los recursos naturales, que con el pasar de los años, parecieran estar demarcando un camino futurista, de desolación, y guerras por el agua.

En el caso de Hidroituango, en una mirada pesimista, lo peor estaría por venir, pues además del peligro inminente de avalancha, el cual no se ha superado del todo, el cierre de la compuerta, y la sequía del río, ocasionarían consecuencias devastadoras, no solo para esos cuatro departamentos, sino para el país en general, y no hay antecedente alguno sobre ello. Que Dios nos coja confesados, y especialmente al gerente de EPM, quien pareciera ser el único paganini de una situación, que posiblemente ni él mismo generó.

REDACCIÓN EDITORIAL

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