‘Ese es el negocio, socio’

Es fácil convencer a las familias campesinas, pues les ofrecen un valor por el kilo de base de coca muy por encima de lo que vale una carga de cacao u otro producto, y ante esa realidad, nadie se resiste.

El controvertido glifosato, el herbicida del que poco se conoce en las grandes urbes, pero sí en las extensas zonas rurales en el Sur de Colombia, como quiera que desde 1999 se ha utilizado para la aspersión de la hoja de coca. El glifosato es el principio activo de un herbicida conocido con el nombre comercial de Roundup, producido por la multinacional Monsanto.

Lo primero que hay que decir de este producto es que arrasa con toda la flora, con todos los cultivos legales o ilegales, de la zona donde se fumigue y su acción es potencialmente cancerígena, de acuerdo con la condena el año pasado a Monsanto, por la Corte Suprema de California, a indemnizar a un jardinero con 289 millones de dólares, luego de comprobar que la causa de su cáncer, había sido por la utilización de herbicidas, cuyo ingrediente químico principal era el glifosato.

En el marco de las negociaciones de paz con las Farc en La Habana, el gobierno de Juan Manuel Santos suspendió indefinidamente, el uso de glifosato para erradicar los cultivos ilícitos, acogiendo una sentencia de la Corte Constitucional que argumentó que el herbicida, era potencialmente cancerígeno y causaba problemas en la salud. Entonces, apostó Santos, a la erradicación manual y a la sustitución de cultivos ilícitos. Tampoco funcionó.

Años después, las cosas siguen como al principio y en el punto de partida; Colombia sigue teniendo el deshonroso primerísimo lugar como el mayor cultivador de coca del mundo, con más de 200 mil hectáreas.

A las regiones que controlaba la guerrilla de las Farc, principales proveedoras de pasta de coca de los carteles mexicanos, llegaron las nuevas bandas de narcotraficantes que hoy controlan las vastas zonas de cultivos. Es fácil convencer a las familias campesinas, pues les ofrecen un valor por el kilo de base de coca muy por encima de lo que vale una carga de cacao u otro producto, y ante esa realidad, nadie se resiste. A los programas de sustitución del Estado se les olvidó una pequeña parte de la historia, garantizar la compra y a buen precio.

Las zonas productoras de coca en Colombia están abandonadas por el Estado. No tienen vías de acceso, ni conectividad, ni servicios públicos. Sólo pasa la avioneta fumigando, hasta los cultivos de pancoger.

La principal causa de este flagelo, es el creciente consumo, y del principal cliente, que son los Estados Unidos de América. La disminución de las áreas sembradas, con la medida que sea, hace que el precio suba y se vuelva más rentable el negocio para todos. Fácil, lo explica, la ley de la oferta y la demanda.

REDACCIÓN EDITORIAL

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