El llanto que refleja a un país

El llanto de este niño es el reflejo de la impotencia, de la incapacidad del Estado de dar respuesta, de la desesperanza ante el actuar criminal de los delincuentes, del dolor de no poder poner fin a que estas historias se repitan una y otra vez en el país, sin que al final pase nada.

Es imposible no sentir un profundo dolor al ver las imágenes del hijo de María del Pilar Hurtado, un pequeño de nueve años, gritar y golpear el piso, ante la impotencia de ver a su madre asesinada. La mujer fue ultimada por sicarios en Tierralta, Córdoba, frente a su hijo, cuando salía de su casa. Otros tres niños quedan en condición de orfandad.

El asesinato de María del Pilar, quien trabajaba como recicladora, ocurrió un día después de que en Tierralta circulara un panfleto firmado por autodefensas gaitanistas, con una lista de personas a las que daban 24 horas para abandonar el pueblo. Aunque el nombre de la mujer de 34 años no estaba en esa lista, sus familiares afirmaron que sí había recibido amenazas.

En esta zona se libra una guerra por el control del narcotráfico, donde el ‘Clan del Golfo’ disputa el territorio con ‘Los Carrapos’, un grupo que tendría alianzas con disidencias de las Farc.

El asesinato de esta mujer y los gritos desesperados de su hijo son el reflejo de un país que no logra desprenderse de su dinámica de violencia, pero también son el reflejo del abandono en el que persiste gran parte del territorio nacional, donde la pobreza, la desesperanza y la ausencia de oportunidades son el caldo de cultivo perfecto para la propagación de la violencia. Son los territorios donde los criminales ocupan el lugar que debiera corresponderle al Estado y se convierten en amos y señores.

Pero también es evidencia de que los asesinatos sistemáticos continúan sin que esté claro quiénes están detrás y sin que el Gobierno haya sido capaz de prestar protección a quienes por su trabajo en liderazgo social son objeto de amenazas.

Según la Asociación de Campesinos del Sur de Córdoba, desde el 2016 han sido asesinados 31 líderes sociales. En el país cerca de 700 líderes sociales han sido asesinados.

El llanto de este niño es el reflejo de la impotencia, de la incapacidad del Estado de dar respuesta, de la desesperanza ante el actuar criminal de los delincuentes, del dolor de no poder poner fin a que estas historias se repitan una y otra vez en el país, sin que al final pase nada.

Es hora también de que el presidente Iván Duque permanezca más tiempo en Colombia y menos en giras mundiales. El país necesita un presidente que le haga frente a todo lo que está sucediendo.

REDACCIÓN EDITORIAL

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