El hospital Federico Lleras Acosta está, nuevamente, en manos del Gobierno departamental. Luego de cuatro años y medio de intervención forzosa, el Gobierno nacional, representado en la Superintendencia de Servicios Públicos, decidió devolverlo a sus administradores naturales. Gran responsabilidad le asiste a la Gobernación del Tolima en el eficiente manejo del máximo centro asistencial de los tolimenses.
Las cifras presentadas por la Superservicios avalan el buen estado de salud financiera y de soporte de servicios que hoy presenta el Federico Lleras. En cuatro años y medio, la facturación mensual incrementó en un 54%; pasando de $7.512 millones en 2014, a $11.554 millones, con un recaudo mensual de $10.000 millones.
Quedan operando 77 servicios al 100 %; entre los que se encuentran: diagnóstico cardiovascular, endoscopia digestiva, obstetricia, laboratorio clínico, quimioterapia, radiología e imágenes diagnóstica. Y los más importante dentro de ese balance: el Federico atiende a más de 11 mil usuarios al mes; la verdadera razón de ser del hospital tolimense.
Advierte la Superservicios, al momento de la devolución, que la entrante Administración deberá continuar con la recuperación de cartera, cercana a los $142 mil millones, aunque el monto acumulado de cuentas por pagar se redujo en un 50%. No hay que descuidar esa abultada cifra de acreencias, que seguramente pertenece a EPS a las que se les volvió costumbre solicitar servicios y no pagar. Muchas de ellas ya no están operando y es posible que esa platica esté en alto riesgo.
La salud debe ser un asunto de primer orden. Tanto del actual Gobierno seccional como del entrante. El gobernador Óscar Barreto, quien no asistió a la entrega y se comprometió a explicar por qué no fue, ya designó al nuevo gerente del ‘Fedelleras’.
Aquí no se trata de tener muchos estudios, porque varios llegaron allá a gerenciar con admirable respaldo académico, pero también con las uñas afiladas para los entuertos y todos sabemos lo que pasó. Gerenciar el máximo Centro de Salud de los tolimenses requiere de una gran dosis de compromiso, sentido humano y preocupación por un derecho fundamental de los tolimenses.
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