Los colombianos amanecimos con una malísima noticia ayer. Desesperanzadora. Un grupo de disidentes de las antiguas Farc decidió volver al monte, rearmarse y anunciar que retomará las acciones bélicas por, aparentes, incumplimientos del Acuerdo de Paz firmado por el expresidente Juan Manuel Santos.
En las horas siguientes a la aparición del video, donde el propio alias Iván Márquez, quien había desaparecido de los radares de la inteligencia colombiana, hizo los anuncios, se escucharon diversas posiciones sobre el tema de absoluto interés nacional. El presidente Iván Duque ofreció recompensas para dar con el paradero de quienes aparecen en el audiovisual. Los antiguos “alias” encabezados por Rodrigo Londoño censuraron la actitud asumida por sus excompañeros y afirmaron que se mantienen en lo acordado.
Los tolimenses tenemos intactos en la memoria los ingratos recuerdos que dejó la confrontación en más de cinco décadas. Tomas a pueblos, reclutamiento de niños, extorsión, miedo, zozobra, desplazamiento, aparición de grupos paramilitares y abandono total del Estado con inversiones en regiones extensas; especialmente, en el Sur del Tolima.
De todas las expresiones de las últimas horas en todos los medios de comunicación, las únicas que no se han escuchado son las de las familias campesinas, las que viven en esas regiones apartadas donde el Estado nunca volvió. Los abandonados de la confrontación. Es muy fácil desde la seguridad y la comodidad de una ciudad y sin el miedo que producen los fusiles, vociferar en contra de un acuerdo.
La convivencia y la paz entre los colombianos es vital para el desarrollo del país. Es obvio que el Gobierno nacional debe garantizar la seguridad de cada connacional en cualquier parte del territorio donde se encuentre. La presencia institucional, que no debe ser solo militar y de fuerza, debe revalidar el concepto de soberanía. Y como dijo la reconocida periodista Yolanda Ruiz: ¡Siempre apostar a la vida es mejor!
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