La estructura deportiva del país

Para que tan extraordinarios éxitos fructifiquen, se multipliquen, se necesita que el Ministerio del Deporte no sea una planta parásita de nuestra burocracia, sino motor que organice, estimule e impulse la materia prima que tenemos a nivel deportivo: millones de muchachos con capacidad y disciplina.

Día tras día aumenta el número de victorias deportivas logradas por jóvenes colombianos en diversos escenarios y, lo que más debe resaltarse, dichos triunfos ocurren en justas internacionales de primera magnitud como el Tour de France, el campeonato de Wimbledon de tenis, el abierto de tenis de Estados Unidos, y el Campeonato Mundial de Patinaje, para citar casos recientes. ¿Acaso estos éxitos son reflejo de la infraestructura deportiva que tiene Colombia? ¿Es consecuencia del metódico y organizado trabajo de una sólida organización que sirva de piso para el desarrollo y mejoramiento del esfuerzo de nuestros deportistas? ¿Estamos, por el contrario, ante esfuerzos individuales dignos de aplaudir y resaltar que superan ampliamente lo que tenemos en materia de soporte y organización deportivos para impulsar el desarrollo de dichas actividades?

Mucho hemos caminado desde aquello que había en Colombia a nivel deportivo cuando en 1951 un zipaquireño, Efraín Forero Triviño, triunfó en la primera Vuelta a Colombia en bicicleta y lo que tenemos en 2019, cuando otro zipaquireño, Egan Bernal, ganó el Tour de France, la más afamada carrera ciclística por etapas del orbe. Pero estamos ante dos esfuerzos individuales. Y entre ambos hay 68 años de por medio.

Lo logrado por Juan Sebastián Cabal y Robert Farah en tenis no tiene par en la historia colombiana de tal deporte y es fruto de la disciplina y esfuerzo de dichos deportistas y del meritorio respaldo de empresas privadas, mas está a ‘años luz’ del momento que vive la Federación Colombiana de Tenis y de la infraestructura tenística que hay en Colombia.

Lo mismo ocurre en atletismo: aquello que había cuando triunfó Jaime Aparicio hace 70 años y lo que hay hoy, cuando Caterine Ibargüen brilla.

¿Qué muestra ello? Que en Colombia hay deportistas de talla mundial gracias a la disciplina, esfuerzo y espíritu de superación de ellos, pero no es reflejo del trabajo que hay a nivel de federaciones deportivas, ni del impulso y organización dados por el Estado.

Para que tan extraordinarios éxitos fructifiquen, se multipliquen, se necesita que el Ministerio del Deporte no sea una planta parásita de nuestra burocracia, sino motor que organice, estimule e impulse la materia prima que tenemos a nivel deportivo: millones de muchachos con capacidad, disciplina, perseverancia.

REDACCIÓN EDITORIAL

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