Un regalo para Ibagué

La actual administración ha hecho un importante esfuerzo por dotar los parques barriales de mobiliario adecuado para ejercitarse y los ha llamado parques biosaludables, en el afán también de arrebatar esos espacios que había sido tomados por la delincuencia.

Ibagué cumple 469 años de fundación. La pequeña ciudad de paso con calles estrechas, viviendas sencillas y verdes montañas ha dado lugar a una ciudad de avenidas y grandes edificios. Los centros comerciales desplazaron a los parques como sitios de encuentro de amigos y familias. Los pequeños restaurantes de gastronomía típica tolimense fueron reemplazados por locales de comidas de franquicias nacionales y extranjeras. Los barrios de casas pequeñas y de edificios de hasta cuatro pisos han sido desplazados por condominios, enormes bloques con pequeños apartamentos, cuyo atractivo principal son las zonas compartidas como piscina y gimnasio. Pero los espacios públicos abiertos, como parques y zonas verdes son casi inexistentes. De acuerdo con los informes de calidad de vida de la Red de Ciudades Cómo Vamos, Ibagué es, junto con Barranquilla, una de las capitales analizadas que tiene menos metros cuadrados de espacio público por habitante: 1.3 metros cuadrados, cuando lo recomendado son diez metros cuadrados.

Esto es fácil de observar especialmente en algunos barrios, donde la estrechez de las vías no permite el paso normal de vehículos, los andenes son inexistentes y los parques brillan por su ausencia. Las zonas que deben destinarse como cesiones obligatorias para la recreación de los habitantes son mínimas y en muchas ocasiones estas son adecuadas en las franjas de terreno no aptas para edificar (pero la norma se cumple, dirán los constructores). Así que los espacios destinados para la recreación resultan ser porciones de terreno empinadas o áreas tan ínfimas que en la práctica no cumplen su misión.

A esto se suma que el único lugar apropiado para la práctica de deportes y el esparcimiento familiar, el Parque deportivo, fue destruido y los recursos destinados para su adecuación para los Juegos Nacionales de 2015 fueron saqueados, con lo cual los ibaguereños perdieron por más de cuatro años este escenario, cuyas primeras obras de recuperación apenas comienzan a verse.

La actual administración ha hecho un importante esfuerzo por dotar los parques barriales de mobiliario adecuado para ejercitarse y los ha llamado parques biosaludables, en el afán también de arrebatar esos espacios que habían sido tomados por la delincuencia, pero, en realidad, a la ciudad le hacen falta más lugares al aire libre, tan necesarios para la buena salud mental y física de sus habitantes.

No se requieren cuantiosas inversiones. Simplemente se necesita la voluntad de los gobernantes para hacer cumplir a cabalidad las normas existentes y no legislar, como ocurrió en el pasado, en favor de los constructores, para perjuicio de los demás ciudadanos. Ibagué se merece este regalo.

REDACCIÓN EDITORIAL

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